miércoles, 24 de agosto de 2016

Pocas cosas ofenden más

Pocas cosas ofenden más que ver que se maltrate injusta y caprichosamente a uno de nuestros hijos, incluso cuando el que maltrata es otro de nuestros hijos. Pienso que lo mismo le pasa a Dios.

miércoles, 27 de abril de 2016

Nadie sabe mejor que uno


Nadie sabe mejor que uno si uno ha sido perdonado, porque nadie sabe mejor que uno si uno se ha arrepentido de veras.

sábado, 23 de abril de 2016

Si uno pierde la fe


Si uno pierde dinero, no pierde mucho; si uno pierde la ilusión, pierde algo importante; si uno pierde la salud, pierde un montón; y si uno pierde la fe y la esperanza, lo ha perdido todo.

viernes, 25 de marzo de 2016

Se me aguaron los ojos

El pasado martes se me aguaron los ojos viendo un juego de pelota. Obama celebró una buena jugada de los Rays y se viró hacia Raúl Castro que estaba sentado a su lado, y como si le tuviera pena porque Cuba perdía, le dio una palmadita amistosa en el hombro y luego se dieron la mano y sonrieron el uno al otro. Si esos dos, representantes de dos países enemistados por décadas, pueden compartir amistosamente, cuánto más no debiéramos nosotros los cristianos hacer un esfuerzo por limar asperezas y unirnos en amor.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Estos días navideños


Estos días navideños que para muchos traen mucha alegría, principalmente por el toque cultural, en sí lo que hacen es intensificar los sentimientos que tenga cada cual; si estamos alegres, nos alegramos más, y si estamos tristes, nos entristecemos más.  Por eso debemos estar pendientes de la condición de nuestro hermano, para poder ofrecer una palabra de aliento, una ayuda económica, de ser necesario, o quizás orar con esa persona para que Cristo, la verdadera Navidad, se haga real en su vida y le consuele.

domingo, 1 de noviembre de 2015

De poco nos valen

Podemos navegar, y bañarnos en, el Mar de Galilea, podemos tocar la roca bajo el Calvario, podemos orar y llorar en el calabozo de Caifás, en el cual Jesús pasó un día en espera de la ejecución de su sentencia, podemos ver, y andar en, el Monte de las Beatitudes, podemos aprender y hablar el idioma de Jesús, podemos llorar en el Getsemaní al acordarnos de sus horas de angustia, podemos decirle a Jesús con sinceridad que queremos ser como Él y que estamos dispuestos a seguirle hasta el fin, pero si no amamos al prójimo, a nuestras familias y a nuestros hermanos en la fe, de poco nos valen nuestras lindas experiencias y nuestros buenos deseos.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Hoy tuve una experiencia bonita

Hoy tuve una experiencia muy bonita, que quiero compartir. Tuve un cierre esta tarde en un pueblo de la isla que se suponía que fuese a las 3:00 pm, pero que terminaron la parte del banco cerca de las 4:30 pm., porque hubo otro anterior que se atrasó. Aunque la tardanza no era culpa mía, traté de limar asperezas, pero no hizo falta, porque la clienta estaba tranquila. Era una madre soltera que llevaba 19 años de divorciada y había criado a sus hijos a pulmón. Noté que tenía una cicatriz en el cuello, pero no hice pregunta alguna por discreción. A golpes mi mujer me ha enseñado a ser un poco más discreto. Vamos aprendiendo. Todo el tiempo estuve pendiente de la oportunidad para hablarle del Señor, la cual llegó. Cuando dijo algo relacionado con el tema espiritual, le pregunté si era cristiana. Me dijo que era católica, y apretando los labios casi como un “duck face” de las fotos de las chicas en Facebook, meneando suavemente la cabeza de lado a lado y elevando sus hombros levemente, me dijo con impresionante y sincero sentimiento: “Soy católica, pero soy practicante, y amo a Cristo con todo mi corazón.” Hablamos del Señor durante un rato en un ambiente de tanta comunión que ni en mi propia denominación he encontrado con frecuencia. Resulta que es sobreviviente de cáncer y la cicatriz del cuello es simplemente el recuerdo de lo que en su momento pasó. Ella me contó que cuando se enfrentaba a su enfermedad, hace unos diez años, estaba un día llorando desconsoladamente en su cuarto. Uno de sus hijos, hoy adulto, pero que entonces tenía unos 12 años y era monaguillo, entró y le dijo: “Mami, el domingo entrego la sotana, porque tú siempre me has enseñado a ser fuerte y a tener fe, pero ahora me estás diciendo con tu desconsuelo que no vale la pena creer.” Me contó ella que en ese mismo momento se secó las lágrimas, cambió su semblante, y comenzó su verdadera guerra de fe. Yo quedé impresionado con su testimonio. Todavía tiene otras batallas, pero aquella enfermedad aparenta haber sido vencida. No perdí la oportunidad. Le pregunté si ella podía orar con un evangélico. Su rostro brilló y me dijo que sí. Estiré mi mano, pues ella estaba al otro lado de la mesa, y sujeté la de ella con tres dedos y mucha discreción, porque algún empleado podía vernos y no quería dar lugar a una mala interpretación; entonces oramos, solamente faltó que orara en lenguas y le impusiera manos, pero eso hubiese sido un “overkill”, debido a las circunstancias. El incidente fue glorioso y muy edificante para ambos. Pero de toda la experiencia, lo que más me edificó fue que ella, siendo católica, se condujo como la más ferviente creyente de una iglesia protestante, lo cual me confirma que no debemos edificar muros, sino puentes, y que no debemos juzgar, para que no seamos juzgados.

domingo, 28 de junio de 2015

La persecución de la iglesia

Así como la persecución de la iglesia primitiva en Jerusalén llevó a los cristianos de entonces a llevar el mensaje de la Cruz por todo el mundo conocido, la iglesia moderna deberá prepararse para lo mismo.  Basta ya, pienso yo, de esforzarnos en edificar “mega churches” bajo el pretexto de que éstas nos ayudarán a llevar el mensaje de la cruz por todo el mundo mediante la “mega recaudación” de fondos.  Basta ya de shows en el altar para entretener a los asistentes en vez de dedicarnos a buscar de Dios en espíritu y en verdad como se nos manda.  Si la iglesia actual, me refiero al segmento, que según mi criterio se ha descarriado, que se ha sumergido en la ultra prosperidad, enfatizando el entretenimiento sobre la búsqueda intensa de Dios, no ha querido reconocer su error, Dios se encargará de persuadirlos.  No veo mal un poco de persecución que nos haga entrar en razón.  Quién sabe si quizás nos venga bien que tributen a las ofrendas millonarias destinadas a enriquecer a un grupo de “pastores” inescrupulosos que a veces le hacen más daño al Evangelio que bien.  Si reaccionamos bien a los ataques y respondemos como Dios nos pide, probablemente seamos más efectivos, eficientes y eficaces en llevar el mensaje del Evangelio.  De mi parte, estoy listo, “willing and able”, como diría el Manco de Lepanto, para regresar al sistema de iglesias en los hogares que tan bien le sirvió a la iglesia primitiva para llevar el precioso y preciado mensaje de la Cruz.

sábado, 27 de junio de 2015

No nos debe extrañar

No nos debe extrañar la reciente decisión del Tribunal Supremo sobre la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.  Cuando entré a la Escuela de Derecho en el año 1979 hacía apenas unos años que se había decidido el sonado caso de Roe v. Wade, mediante el cual se legalizó el aborto en los EE UU, con leves excepciones.  Desde entonces han muerto decenas de millones de niños en manos de inescrupulosos médicos, con el consentimiento de sus madres y a veces con el de sus padres también.   Se podría argumentar que el daño directo, e indirecto, de esa decisión ha sido catastrófico, pero la vida ha seguido su curso, incluso para los cristianos.  La iglesia, en vez radicalizarse por tan vergonzosa decisión judicial sobre el aborto, se dedicó a predicar un diluido mensaje de prosperidad y buena vida, aunque siempre Dios mantuvo un remanente fiel que proclamó el Evangelio como debe ser.  Esta vez probablemente no sea muy diferente, aunque vislumbro un leve matiz más adverso, por la militancia de los ganadores.  Querrán que se acepte el mensaje de “igualdad”, tratando de llevar el péndulo al otro extremo.  Ahora nos tocará el turno a los que reclamamos nuestro derecho a creer como bien nos parezca sin que nos obliguen a aceptar el modo de vida de los demás.  He ahí el punto de principal controversia a mi modo de ver.

Antes de la decisión ya se obligaban a jueces a casar a parejas del mismo sexo e incluso se amenazaban a algunas escuelas cristianas  con quitarles fondos si no aceptaban a maestros homosexuales en sus planteles y nos obligaban a aceptar otras cosas que iban directamente en contra de la conciencia del cristiano.  Por eso pienso que el efecto de esta decisión será mucho más complejo que el de Roe v. Wade, porque en términos generales a nadie se le obligaba a abortar, mientras que ahora se pretende obligar a aceptar y permitir que incluso se adoctrine a nuestros hijos para aceptar como buena una conducta que los cristianos consideramos que puede afectar el destino eterno de quienes la adopten.


En resumen, no nos debe extrañar ni la decisión sobre el aborto ni esta reciente decisión sobre el matrimonio de personas del mismo sexo.  Este mundo caído y vendido al pecado tiene su dios y ambos serás juzgados.  Dios nos ofrece su Gracia a través de la fe en Jesús para que escapemos del juicio venidero.  El fin se acerca.  Nuestro deber principal es predicar el Evangelio de Jesucristo a tiempo y fuera de tiempo.  No debemos pretender llevar a cabo cambios que van en contraposición a lo profetizado, porque eso podría ser un ejercicio fútil y hacernos quitar nuestra mirada de nuestra principal encomienda, a saber: predicar el Evangelio a toda criatura.  Defendamos nuestros derechos, por supuesto, pero con el principal objetivo de tener paz para predicar, que debe ser nuestra prioridad en esta tierra.  Después de todo,  el reino de nuestro Señor no es de este mundo y no debemos pretender vivir aquí como si estuviésemos allá.

domingo, 26 de abril de 2015

Cuando no hay razón para el vituperio

Cuando no hay razón para el vituperio, es mejor ser perseguido, que perseguir, silenciado, que silenciar, aborrecido, que aborrecer, y menospreciado, que menospreciar, porque quien sin razón recibe el vituperio, suele ser también quien al final recibe la honra de parte de Dios.