domingo, 30 de septiembre de 2012

“La hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud.”

Dijo un escritor francés: “La hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud.”  Si percibes que alguien es hipócrita contigo, especialmente en un culto de la iglesia, no te ofendas, pero tampoco te sientas homenajeado.   Simplemente mira a la persona a los ojos, salúdala y sonríele amablemente.   Quién  sabe si tu percepción es incorrecta.  Es mejor que ames sin juzgar, porque lo que tú percibes como un gesto hipócrita, puede ser un truco de tu imaginación.  No juzguemos, amemos.  Porque si amamos garantizaremos que Dios esté de nuestro lado para defendernos, incluso si somos vituperados.

sábado, 29 de septiembre de 2012

La enseñanza que nos ha querido comunicar al hacernos esperar

Anteanoche salí  tarde del trabajo, porque un cierre se me complicó.  Ceci había tenido un día igual de complicado, pues había trabajado 12 horas, y me pidió que les trajera comida a los niños.  Llegué a casa preocupado porque a lo mejor los niños estaban muy sentidos y enojados porque tuvieron que esperar.  Cuando llegué, puse la comida en la encimera de la cocina.  Ambos vinieron hacia mí, humildemente y con mucha comprensión por mi complicado día.  Primero, Ciro Manasés se me acerca y me dice cariñosamente: “¡Gracias papi!”  Casi enseguida viene Álvaro y poniéndome el brazo por encima de mi hombro me da las gracias también sin ningún tipo de animosidad.
 

Me sentí tan bien de que mis hijos no me hubiesen reprochado por haber llegado tarde y en vez de quejarse se mostraron agradecidos con extraña ecuanimidad para dos niños de 12 y 14 años de edad.  Esos niños me enseñaron una lección de humildad.  Supongo que Dios se siente igual de bien cuando nosotros pacientemente y sin desesperarnos esperamos por Él hasta que venga a nuestro auxilio en el momento oportuno, en vez de reprocharle por la tardanza, y agradecemos su intervención cuando ésta finalmente llega, tratando de entender la enseñanza que nos ha querido comunicar al hacernos esperar.



Entre achaque y achaque

Estoy cansado, agotado y me siento exprimido de tanto trabajo que he tenido en los últimos dos días, a Dios gracias.  Le doy gracias a Dios porque aunque tengo algunos achaques a los cuales no estaba acostumbrado, sé que hay otros hermanos que están mucho peor que yo y siguen en la lucha, sonrisa en rostro y alabanza en labios… y en el corazón.  Hermanos que tienen que dializarse continuamente, otros con luchas constantes y periódicas contra el cáncer, algunos con depresión incesante, otros (con lo que puede ser peor) con hijos muy enfermos o que han premuerto a sus padres, hermanos con enormes batallas que les asedian… y estos hermanos no se quejan.  Estos hermanos, reyes del sufrimiento, a veces entran en FB y leen con asombro cómo algunos nos quejamos porque solamente dormimos 5 horas y tenemos sueño; porque tenemos que trabajar el fin de semana; porque nuestros jefes nos miran mal; porque está lloviendo y queríamos ir a la playa; porque sacamos C en un examen; porque estamos solos nuevamente; porque los hermanos me ignoran; porque mi carro está viejo; o por innumerables nimiedades que invitan a verdaderas adversidades a nuestras vidas, para que veamos lo que verdaderamente es sufrir.
 
Estoy cansado, pero le doy gracias a Dios porque, entre achaque y achaque, tengo las fuerzas para seguir trabajando y, más aún, todavía me queda el ánimo para buscarle en Espíritu y en verdad, y, cuando me acuerdo, para interceder por los que verdaderamente sufren, porque el día que eso se pierda, entonces sí que estamos malitos, muy malitos.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Vivencias

Para los que no han visto este pequeño video de mi testimonio en el Seminario Teólogico de Puerto Rico, lo coloco aquí nuevamente, pues la entrada original ya ha bajado mucho en el blog y se hace difícil de ver.  Recomiendo al que pueda que estudie en el STPR; es una buena experiencia que te ayudará a entender muchas cosas sobre tu fe en Jesús, el Hijo de Dios. 
 
 

Herido por enemigo o amigo

Si habiendo sido herido por enemigo o amigo te mantienes firme, creyendo que Jesús vendrá a tu auxilio, obtendrás ayuda del Señor y verás en su momento la intervención de Su mano de forma sobrenatural en tu vida.  Evita procurar vengarte, porque difícilmente lo harás con justicia, por lo cual te puedes exponer a un mal mayor.  Déjale la venganza a Dios, que Él sabe mejor que tú si ésta procede y cómo debe llevarse a cabo.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Los buenos sentimientos

Los sentimientos, los buenos sentimientos, te acercan más a Dios que el conocimiento, que el mucho conocimiento.  Porque los buenos sentimientos, que frecuentemente se sumergen en amor, rondan el ámbito del Espíritu y el Espíritu los nota y se los comunica al Padre, quien se agrada al ver la bondad en tu corazón.  El conocimiento bien enfocado no es malo, pero hay que acercarse a él con cuidado, porque “el conocimiento envanece, pero el amor edifica.”  Dios es amor.

martes, 25 de septiembre de 2012

Te traigo una palabra de consolación

Hoy te traigo una palabra de consolación.  Que no se turbe tu corazón porque las cosas te van mal ahora que has decidido servirle con sinceridad y devoción.  A veces cuando las cosas nos van mal es porque Dios, en contestación a nuestras peticiones, comienza a quitar de nuestras vidas esas cosas que han estado obstruyendo nuestra relación con Él.

¿Cómo puedes saber cuál camino tomar y qué hacer cuando la cosa se pone difícil?  Porque a veces nos sentimos que tenemos que hacer algo para evitar que nuestra barca se hunda.  Escucha bien, sencillamente cumple con tus deberes cotidianos, comenzando por acercarte a Él en oración y estudio de La Palabra diariamente y luego haz lo que tienes que hacer en orden de sencillez, para que vayas tomando confianza y tengas sentido de logro: lava, friega, paga tus deudas si tienes con qué, trabaja, cumple con tus citas, sonríele a todo el que puedas y ayuda al necesitado; no te irrites con los que te rodean y mucho menos con los tuyos.  Trata de mantener tu hogar en orden para que tengas paz cuando mires a tu alrededor;  el desorden suele deprimir.
 
Repito, si el dinero no te da, no te preocupes, haz lo que puedas con lo que tienes; puede ser que Dios esté estirando la prueba para que crezcas en fe.  La fe es como un músculo que se ejercita: primero duele y luego crece.  Acuérdate que Dios te prometió suplirte.  Dale una oportunidad para que cumpla.  Espera un milagro, pues esa es su especialidad; no los hace para lucirse, sino para que crezcas en fe.
 

lunes, 24 de septiembre de 2012

El amor al dinero y el amor al poder

En la iglesia de Jesucristo, el amor al dinero y el amor al poder te llevan a relegar la importancia del amor a los hermanos, y cuando eso pasa, has fallado al blanco, porque no se le puede servir a Dios y a las riquezas a la misma vez y tampoco le puedes servir como Él te pide si no amas a los hermanos.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Los anticuerpos espirituales

Así como en nuestra infancia creamos anticuerpos en nuestros cuerpos físicos para poder luchar contra las enfermedades durante el transcurso de nuestras vidas, así también creamos anticuerpos espirituales para poder batallar contra aquellas cosas que nos querrán enfermar y destruir espiritualmente cuando crezcamos en el Señor.  Por eso, no tomes muy en serio cuando un hermano o hermana en la fe te ofenda en la iglesia, especialmente si eres recién convertido, porque esos pequeños roces de la infancia espiritual a veces surgen para que crees los anticuerpos espirituales necesarios para batallar problemas mayores y más peligrosos durante el transcurso de tu vida espiritual.

Así como los anticuerpos en la infancia suelen adquirirse mediante enfermedades en el hogar del niño, los anticuerpos espirituales frecuentemente los adquirimos mediante problemas con nuestros hermanos en la fe en nuestras congregaciones.  Lo importante es que seamos conscientes de que tenemos que amarnos, a pesar de los problemas, porque el amor cubrirá multitud de faltas.

Él vendrá a tu auxilio para darte paz

En los momentos más oscuros de tu vida, Jesús está pendiente a tus necesidades. Él te ama y espera por ti para ayudarte. Clama a Él y vendrá a tu auxilio para darte paz.

sábado, 22 de septiembre de 2012

El objetivo principal del enemigo

Hoy, mientras viajaba fuera del área metropolitana para un cierre, tuve mucho tiempo para meditar tranquilamente sobre la guerra espiritual del cristiano.  Esta guerra es profunda, sutil, desgarradora, inmisericorde, violenta, y frecuentemente camuflada.  No hace mucho escribí en respuesta a una reflexión de un hermano que los ataques del enemigo abundan en el ámbito sexual, pero que muchas veces hay ataques encubiertos que pueden ser muchísimo más peligrosos que la fornicación y pecados por el estilo.  ¿Por qué?  Porque la fornicación y el adulterio son pecados claramente identificables y quien los comete suele saber que ha pecado y todo lo que tiene que hacer para restaurarse es confesar y apartarse del pecado y restaurar el daño causado hasta donde sea posible.
 
Una de las estrategias del enemigo en esta guerra es tratar de neutralizar el principal mandamiento de Jesús, a saber: “Que os améis unos a otros.”  Cuando Jesús nos dio ese mandamiento nos lo dio con el fin de que, entre otras cosas, el mundo supiese que somos sus discípulos; que viesen a Jesús en nosotros.  Al amarnos los unos a los otros el poder de Dios se manifiesta en nuestro medio y glorificamos a Dios, atrayendo así a las almas necesitadas de salvación.  Cuando nos aborrecemos los unos a los otros, Dios no suele manifestarse en nuestro medio, dificultando así nuestra labor de ganar almas para Jesús.  El apóstol Juan parece haber internalizado bien la importancia de ese mandamiento, a tal punto que lo enfatiza a saciedad en su primera epístola.  Incluso nos dice que el que no ama a su hermano no es de Dios ni conoce a Dios.  Es tan importante ese mandamiento que se nos dice que no podemos decir que amamos a Dios que no vemos, si aborrecemos a nuestro hermano que vemos, aparte de que si lo aborrecemos nos hacemos homicidas.  Sin amor, nada somos, nos dice Pablo yendo más lejos.
 
Al final de ese análisis entendí que una de las estrategias principales del enemigo es atacar las manifestaciones de amor entre los hermanos.   “Divide y vencerás”, dicen que dijo Julio César.   Hacer que líderes tengan envidias los unos de los otros, que se celen, que utilicen métodos mundanos para atacar y destruir al hermano, sin importar la pureza del objetivo del hermano que se ataca, no son métodos que pasan el cedazo de las Escrituras.  El fin de nuestras acciones frecuentemente parece ser neutralizar al hermano, si no está de acuerdo con nosotros.  Si se va de la congregación, mejor, parecemos pensar.  No nos damos cuenta de que si satanás logra dividir a los hermanos y logra “que se aborrezcan los unos a los otros”, logra precisamente lo opuesto a lo que Jesús quería lograr cuando nos mandó: “Que os améis unos a otros.”  Así las cosas, podemos concluir, con relativa certeza, que cuando hay celos y contiendas en el seno del cuerpo de cristo, estamos ante una manifestación de sabiduría diabólica, como escribió Santiago.
 
En resumen, el objetivo principal del enemigo para neutralizar a cualquier congregación, probablemente sea tratar de lograr que los hermanos, y muy en particular los líderes, adopten actitudes opuestas a las que se reflejan cuando nos amamos los unos a los otros, para que haciendo así terminemos aborreciéndonos los unos a los otros, socavando la labor de la iglesia.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Hoy quiero orar por ti

Hoy se me ha ocurrido algo diferente; me gustaría orar por ti.  Si tienes alguna petición especial y quisieras que alguien se uniera contigo a pedirle a Dios para que atienda tu clamor, puedes contar conmigo.  De igual manera, otros seguidores del Blog probablemente oren por tu petición una vez la hagas pública.  Por supuesto, no tienes que ser muy detallado, especialmente si involucra a un tercero, pues nos parece sabio respetar tanto la intimidad de esa persona como la tuya.  Ten en mente que este es un blog público.

Así las cosas, puedes usar la sección de comentarios de esta entrada para expresar tu necesidad en términos generales, pero entendibles.  Por ejemplo, puedes decir oren por un familiar que está en el hospital, oren porque necesito que se resuelvan algunos problemas financieros, oren por mi hijo que está enfermo, oren por mí que estoy enfermo, etcétera.  Usualmente le dedico tiempo a mi devocional con Dios temprano en la mañana, así que si pones una petición dame tiempo hasta que me conecte con Él.  Dios les bendiga.

Para que te vaya bien

Cuando tengas mucho trabajo y no sepas por dónde empezar, detente en tus caminos y preséntate ante el Señor, pidiéndole sabiduría y dirección para organizar tu día.  La organización fructífera de tu día laboral comienza con la devoción a Dios en Espíritu y en verdad.  Si así haces, todo lo demás caerá en su sitio de manera sobrenatural y jamás te sentirás sobrecargado porque los milagros de Dios para el que le sirve como Él pide comienzan con el fluir de los asuntos en su vida cotidiana.  A eso es a lo que Dios se refiere cuando te pide que le obedezcas “para que te vaya bien.”

jueves, 20 de septiembre de 2012

Gesto de respeto

Mañana mis hijos no tienen clases, pero yo tengo trabajo y pienso levantarme temprano como siempre.  Fui al cuarto de uno de ellos a darles las buenas noches y orar por ellos; Álvaro estaba jugando un juego más o menos educacional en la computadora y Ciro estaba estudiando.  Me le acerqué a Álvaro para orar por él y tan pronto puse mi mano sobre su cabeza, estiró el brazo y le bajó el volumen a la computadora que estaba tocando una música leve del programa del juego.  Ese pequeño gesto de respeto a nuestro Padre Celestial me hizo el día.  Cualquier travesura que pudiese haber hecho durante el día quedó automáticamente perdonada y olvidada.  Me voy a dormir en paz.  Buenas noches.

La gente se equivoca

No te dejes llevar por lo negativo que te digan sobre una persona para evitarla. Trátala tú mismo y formula tu propia opinión, porque la gente se equivoca, y si tú basas tu opinión en la equivocación de otro, tu error podría ser considerado incluso peor.

Lo Mejor de lo Mejor

A veces  vivimos como si la calidad de nuestra vida en la tierra fuese el objetivo final de nuestro existir, como si nuestra meta fuese triunfar en la universidad, en nuestra profesión u oficio, en los deportes, en nuestras relaciones con la comunidad, teniendo buenas amistades, como si nuestro propósito final fuese criar bien a nuestros hijos y tener una buena familia, pero no debe ser así; el fin de las cosas vendrá después de la muerte, siendo nuestra vida en la tierra muy corta y a la vez crucial para nuestro destino eterno, pues aquí determinamos si vivimos con Dios eternamente o no.  Por eso pienso que debemos esmerarnos menos en triunfar aquí en la tierra y dedicarnos más en cultivar una buena relación con Dios que nos garantice vivir con Él eternamente.

A la hora de la verdad, el que más ha triunfado, el más profesional, el mejor estudiante, el más popular de la clase, el mejor artista, el invencible, el que más sabe, el más guapo, el más fuerte, el más espiritual del grupo, el que más conoce de las Escrituras, el que siempre tiene la razón, todos, absolutamente todos, tendrán que enfrentarse a su Creador y dar cuenta por sus obras mientras estuvieron aquí en la tierra, pero antes de la partida, si el proceso es paulatino, las fuerzas menguarán, el empuje menguará, la agilidad mental menguará, la salud menguará, y cada día que pase, mientras más te acerques al día de tu Encuentro, menos ánimo tendrás para buscar Su rostro y arreglarte ante Él, así que aprovecha los días de tu juventud -- aunque ésta sea relativa -- para buscarle y arreglarte, porque el día vendrá en que tus facultades físicas y mentales te traicionarán, aunque hayas sido “Lo Mejor de Lo Mejor” en tus años de juventud.


miércoles, 19 de septiembre de 2012

Como un pavo real

Esta mañana estaba muy cansado.  Afortunadamente, Ceci decidió prepararles el desayuno a los niños y llevarlos al cole; si me hubiese sugerido que yo lo hiciera, lo hubiese hecho, porque ahora, después de haber atendido la casa solo durante dos semanas, ando derechito como una vela.  De todas formas, yo aproveché su generosidad, vine a mi oficinita y me puse a trabajar en algunas cosillas.  Mis dos hijos se quedaron en la cocina y luego se prepararon para irse para la escuela con Ceci.  Yo escuchaba el revolú de esos minutos antes de marcharse, que ya se ha convertido en un ritual mañanero.  Que si la lonchera, que si el agua, que si la asignación, que si la ropa del gimnasio, que si déjame peinarme, que si la camisa está estrujada, en fin, lo de todas las mañanas.  De repente, Ciro Manasés entra a mi cuarto, mochila a cuesta, se me acerca, me da un abrazo, un beso, y me pregunta cómo me fue en el Seminario.  Yo reciproqué todos los gestos de afecto y le dije: “¡me fue muy bien!”  Entonces le dije: “Oye, ¿dónde está Álvaro?  No le he visto la cara hoy.  No ha venido ni a darme los buenos días.”  Se lo dije en un tonito sutil de queja, que más bien era un leve lamento, que una queja formal.  Él salió de la habitación y al cabo de 30 segundos entró Álvaro con la mochila puesta, se tiró encima de mí para darme un abrazo muy, pero muy cariñoso, y dándome los buenos días, me dijo: “Perdona papi.”  “No pasa nada”, le contesté.  Y mientras yo disfrutaba el momento, Ciro Manasés se asomó al cuarto -- Álvaro no lo veía porque tenía su rostro en dirección opuesta -- y mirándome, me hizo una guiñada y levantó el dedo pulgar de su mano derecha, en señal de que todo salió bien.  Como un pavo real, me hinché de orgullo por la conducta de mis hijos.
 
Después que se fueron mis hijos, me puse a meditar.  Al pensar bien sobre el incidente, luego de unos minutos de introspección, pude entender que mi alegría no tenía mucho que ver con los buenos días de Álvaro, ni con su buena actitud de amor y humildad.  Al analizar la situación, comprendí que el sentido de bienestar que estaba experimentando se debía más bien a la reacción de unidad de ambos sin aprovechar la situación para sacar ventaja procurando un afecto especial ni reprochándose el uno al otro.  Ciro Manasés actuó bien al proteger a su hermano de un malentendido y Álvaro actuó correctamente al venir donde mí y expresar sentimientos de amor con humildad, lo cual me derritió y eliminó cualquier vestigio de reproche que pudiese haber habido en mí.  El gesto de Ciro Manasés con el dedo pulgar me hizo entender, por su efecto positivo en mí, que Dios verdaderamente se agrada de la unidad de sus hijos y prefiere que pasemos por alto los errores y busquemos la armonía como una familia que somos, en Cristo Jesús.

martes, 18 de septiembre de 2012

En un cepo

Hace un rato llegué del Seminario.  Estoy cansado y debo dormir, así que no escribiré mucho.  Solamente les quiero decir, con mucha alegría, que Ceci llegó anoche.  Todos los hombres casados que trabajan mucho, debieran darle unas vacaciones a sus esposas y tomar las riendas del hogar por al menos dos semanas, atendiendo a los niños y todo lo que ello conlleva.  Sin trampitas ni amigos o parientes ayudando, solitos con la ayuda de Dios.  Estoy convencido de que eso hará más por la salud del matrimonio que muchos libritos y seminarios juntos; y si su esposa es trabajadora como la mía, será como si lo hubiesen puesto en un cepo, dándole tiempo para reflexionar y apreciar lo que ella hace.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Llorando de alegría

Ya les conté que este domingo visité con mis hijos una iglesia a la cual un compañero del seminario me había invitado.  El predicador invitado, entre otras cosas, nos contó una anécdota.  Nos dijo que no hace mucho visitó una iglesia en uno de los populares “strip malls” que hay por doquier en los Estados Unidos Continentales, en los cuales a veces hay varias iglesias.  Justo frente a la iglesia que él visitaba, había un “sin techo” sentado en la acera.  Una vez dentro, lo atormentaba el pensamiento del hombre desposeído que estaba afuera del templo y, saliendo del culto, se sentó con él.  Conversaron, le predicó, y después le dio un abrazo.  El hermano regresó a la iglesia y se puso a llorar mientras oraba por el desposeído, y entonces, un hermano de la congregación a la cual visitaba se le acercó a ver si le pasaba algo y para orar por él.  ¡Qué ironía!  Pero como no sabemos si ya ellos le habían predicado y habían orado por él, mejor no juzgar.

A lo que vengo.  Hoy salí de una reunión de trabajo a eso de las 7 de la noche y fui a Guaynabo a echarle gasolina al carro de Ceci, pues tengo que buscarla al aeropuerto esta noche, cerca de las 10.  Una vez en la gasolinera, mientras echaba gasolina, se me acercó un joven que obviamente tenía, o había tenido, problemas con las drogas, y me pidió ayuda.  Yo me toqué el bolsillo y noté que había dejado el menudo en otro pantalón, y le dije: “Lo siento, dejé el menudo.”  Entonces pensé: ¿Y por qué no le das un dólar?  Me acordé que mi hijo mayor me había contado que este fin de semana, esperando con Jongy para recoger a alguien camino a predicar en Vista Hermosa, un necesitado les pidió dinero y Jongy le dio un dólar.  Pensando en eso, abrí la billetera, saqué un dólar, y busqué al joven.  Me le acerqué, le di el dólar, y le hablé de Jesús.  Después de darme las gracias, bajó la mirada, mientras me escuchaba.  Yo le dije, delicadamente, que por favor me mirara a los ojos, lo cual hizo.  Entonces con profundo sentimiento le dije: “Cristo te ama.  Te ama tanto que murió por ti.”  Entonces le presenté el plan de salvación.  Al final le pedí si podía orar por él, a lo cual accedió con ganas.  Oré con ánimo y fe.  Él lloró.

Al terminar la oración, me fui para la guagua y antes de llegar a ella, algo me dijo: “Termina.”  Regresé y vi que todavía tenía lágrimas en las mejillas.  Le pregunté si estaba dispuesto a aceptar a Jesús como su salvador personal y me dijo que sí rápidamente.  Le pedí que inclinara su cabeza y que repitiera mis palabras haciéndolas suyas y allí, en una gasolinera llena de gente a nuestro alrededor, le pidió a Jesús que entrara a su corazón y perdonara sus pecados, mientras yo le imponía manos y oraba por él.  Lloró más; y yo también.  Al final le mencioné que debiera congregarse y ahí mismo noté que al lado de la gasolinera hay una iglesia de buen testimonio.  El la conocía y me dijo que la visitaría.  Nos despedimos.  Entonces me acordé de la historia del sin techo que hicieron en la iglesia ayer domingo.  Me monté en la guagua y me fui adorando, orando en el Espíritu con ahínco por él, y llorando de alegría.

domingo, 16 de septiembre de 2012

El mejor antídoto

Hoy no fuimos al culto de nuestra iglesia porque teníamos una invitación a otra congregación a las 2:00 p. m.  Cerca del mediodía, mis hijos y yo -- Ceci regresa mañana -- nos fuimos a comer a Burbujas, en la avenida Esmeralda.  Ni les cuento lo que comimos, bueno, sí les cuento: bisté encebollado, carne frita, chicharrones de pollo y pechuga a la plancha, acompañado con arroz, habichuelas y tostones, con Coca Cola de dieta, por supuesto.  Terminamos casi a las 2:00.  Cuando salimos, Ciro Manasés me dice: “Acho, necesito una siesta.”  Yo automáticamente respondí: “¡Oye, sí, que rico!”  Álvaro, como si estuviese imitando a su tío Miguel, por la forma de hablar, espontáneamente dijo en voz alta: “¡Ese es el diablo!”  No puedo evitar acordarme de los años de estricto fariseísmo en la iglesia local, pero el muchacho quizá tenía algo de razón, quién sabe.  Probablemente el deseo de dormir la siesta era natural, por la hartera,  pero el enemigo quizás tuvo algo que ver con la tentación a irnos a dormir la siesta siendo conscientes de que teníamos la responsabilidad de asistir al culto, aunque ni mi hijo mayor ni yo consideramos seriamente la alternativa de faltar, lo nuestro fueron meras exclamaciones espontáneas.

Sabes, yo no creo que el tentador invierta mucho tiempo en incitarte a hacer cosas naturales que te bendigan.  Lo que él sí probablemente haga es incitarte, con cosas naturales, a violentar, o hacerte incumplir, con obligaciones y responsabilidades legales y espirituales.  El tentador no te va a tentar poniéndote el deseo de darle un beso a tu esposa, porque eso, en vez de perjudicarte, en condiciones normales beneficiaría la relación matrimonial, pero sí te va a tentar incitándote a codiciar los labios de otra mujer.  De igual manera, no te tentará incitándote a que duermas un rato más un sábado si no tienes nada urgente que hacer, porque a lo mejor incluso el descanso te haga falta, pero sí tratará de que decidas quedarte durmiendo cuando tienes una cita de trabajo importante.  ¿Es pecado llegar tarde a una cita?  No necesariamente, pero a través de los años he visto que el proceso de degradación de la personalidad del ser humano suele ser lento y paulatino.  Si te acostumbras a incumplir en cosas pequeñas, poco a poco tu personalidad va absorbiendo cualidades de dejadez que se incorporan a ti y vienen a formar parte de tu carácter, si no las atajas a tiempo.

Por eso es importante que adoptemos algún sistema de flexible disciplina.  Digo flexible porque no debemos acostumbrarnos a reglas de disciplinas estrictas que nos creen un cajón legalista que al fin y al cabo nos pueden llevar a al legalismo destructor.  Jesús ayunó 40 días, pero no era un sistema anual; de igual manera a veces oraba toda la noche, o se levantaba siendo aún muy oscuro a orar, pero no me parece que podemos inferir de lo escrito que oraba toda la noche todas las noches.  Pienso que debemos ser radicales en nuestra disciplina devocional y de servicio al Señor, estando dispuestos a levantarnos a las 2:00 a.m., si es necesario, para orar, pero no establecer rutinas que al fin y al cabo nos puedan hacer más daño que bien.  Por otro lado, tú disciplina devocional debe ser lo suficientemente radical como para evitar que te conviertas en un cristiano mediocre que no tenga acceso directo a la unción del Altísimo para recibir dirección espiritual en su vida.  Créeme, con los años he visto que raras veces Dios usa con poder a una persona de personalidad incumplidora, pusilánime e inclinada a la dejadez; de igual manera he visto que la disciplina espiritual, aunque sea relativamente flexible, es el mejor antídoto para esas cualidades que mellan el carácter y la personalidad del cristiano.

Ahora puede reaccionar a las entradas del blog

Ahora podrá reaccionar al contenido de cada entrada de este blog pulsando, si así lo desea, en el cuadrito al lado de cada una de las tres reacciones indicadas al final de cada entrada, a saber: 1) Interesante, 2) Edificante, y 3) Me bendijo.  Si lo desea, puede ir a las entradas que ya usted ha leído e indicar su reacción en cada una de esas entradas.  Acuérdese de que al final de la página puede pulsar sobre el vínculo que le dirige a las entradas antiguas.  Como siempre, quedo agradecido por tenerle como lector.  Dios le bendiga.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Tristes momentos de infortunio

Aunque te abandone quien más se supone que te quiera, con todo y eso Dios nunca te abandonará.  Si crees eso, debes mantener tu cabeza en alto y así repelerás toda insinuación de que debieras sentir vergüenza, que de los enemigos las esperamos, pero a veces también vienen de los amigos.  Sí, amigos, porque suele ser que los amigos son los que más te rechazan si piensan que Dios te ha desechado e insinúan que te debieras sentir avergonzado por caer “derrotado” después de tantos años proclamando a los cuatro vientos que Dios prospera y es fiel, lo cual a su vez es corolario del frecuente pensamiento de que algo muy malo debes haber hecho para que te hubiese pasado lo que te pasó, como si hubiese uno solo de nosotros que nunca haga algo malo.

Repito, debes mantener tu cabeza en alto, porque es tu fe en los momentos de aparentes derrotas lo que precisamente avergonzará a los que sin querer queriendo se regocijan en tu mala fortuna, como si tu degradación implicara una promoción para ellos en su status social relativo.  Sí, tu ecuanimidad en los momentos de dolor y abandono, le demostrará al mundo que tú confías en Uno que nunca te abandonará; cuya ecuanimidad a la vez confirmará que Dios te está respaldando, porque es Él quien te la otorga, y esos que te rechazan tendrán envidia (y no es que tú lo desees, pero la tendrán), porque ellos mismos, a pesar de su aparente victoria, anhelan profundamente tener la relación con Dios que tu tienes, aun estando casi derrotado, según evidencia tu resistencia espiritual en esos tristes momentos de infortunio.

Espera en Dios y confía, porque si así haces veras su bondad aquí en la tierra.[1]

















[1] Véase el Salmo 27 (Para los que necesitan más aliento)

viernes, 14 de septiembre de 2012

La mesita de la cocina

Ya les conté que tuve una reunión súbita ayer por la tarde.  Hoy tengo dos más y lo bueno es que parece que serán productivas, pero estaban fuera de mi itinerario, que bastante cargado estaba ya con asuntos del Seminario y los cierres hipotecarios.  Anoche sentí el peso de la carga y me parecía que no iba a poder dormir a causa del estrés.  Por un momento pensé tomarme una Tylenol PM, ayuda que tuve por muchos años hasta hace 3 o 4 años cuando solidifiqué mi proceso de recuperación espiritual.  Necesitaba dormir y tener una mente clara porque el día de hoy aparentaba ser difícil.  Sin embargo, Resistí la tentación y me acosté confiando en Él.  Dormí bien y me desperté temprano, como de costumbre, pero con estrés.  Poco antes de las 4 a.m. me puse a trabajar en un documento de los tantos que tengo que hacer.   Mi mente no estaba en “top shape” y no me parecía bien que por razón de trabajo brincara mi devocional y lectura de la Palabra de Dios.  Pensé sobre mi pasado, abriendo el baúl de los recuerdos, y consideré mis comienzos como profesional, yendo a mis años de estudiante.

Durante mi primer año universitario yo trabajaba unas 50 horas semanales, estudiaba a tiempo completo (15 créditos por semestre) y le dedicaba mucho tiempo a mi congregación, frecuentemente hasta altas horas de la noche en los fines de semanas, incluso amaneciéndome periódicamente en vigilias improvisadas.  A pesar de eso, mis notas no podían ser mejores, y mi capacidad de retención y análisis eran casi insuperables.  La clave: me levantaba temprano a buscar el rostro de Dios y a leer su Palabra.  En esos primeros años aprendí que el tiempo dedicado a Dios es tiempo invertido en mejorar el proceso cognitivo, en adición a invitar la consoladora presencia del Espíritu Santo que nos dirige y organiza nuestro itinerario, dándonos la inspiración para trabajar con tesón, facilitando así la encomienda cotidiana.

Por tanto, hoy temprano, dejé el ordenador y me fui a la mesita de la cocina, abrí mi Biblia, y antes de leer oré a Dios e inmediatamente vino la presencia de su Espíritu Santo sobre mí, en señal de anuencia a mi actitud de ponerlo a Él primero.  Talmente parecía que Dios sabía que yo no tenía mucho tiempo y pronto vino a mi socorro.  Derramé unas lágrimas de agradecimiento por mostrarme una vez más que Él es fiel y constante en respaldar Su Palabra.  Luego leí la porción la Biblia que me tocaba y al cabo de una hora y poco más, ya estaba gozoso preparándole el desayuno a los niños: café con leche, pan tostado, mantequilla y queso crema para embadurnar el pan y mojarlo en el café con leche, unas lonchitas de jamón enroladitas, y queso manchego añejo en trocitos, todo bien presentado.  Quedó tan bonito que hasta fotos le tomé.  Después resistí la tentación de volver a los asuntos de trabajo y me puse a escribir estas líneas, porque cuando uno le dedica tiempo a Dios en Espíritu y en verdad, da tiempo para todo.
 

jueves, 13 de septiembre de 2012

Un papelito amarillo

Esto de ser mamá y papá también tiene sus virtudes, aunque funjamos como tal temporalmente.  En mi caso, fregar los trastos es una fuente interminable de sabiduría.  Sin embargo, no es lo mismo fregar como única tarea, que es la que normalmente me toca cuando estoy con Ceci en casa, que fregar, preparar el desayuno de los críos, asegurarme que entiendo el itinerario del día, organizar los asuntos de la oficina, llevar el coche al mecánico (ayer me partió por medio la mañana), quedarme a esperar los técnicos de los aires (porque con estos calores tenía que hacer algo), correr para un cierre imprevisto, buscar leche porque se acabó, pagarle a los que te dan servicio en casa, levantarse y arreglar el sapito del inodoro que se quedó botando agua (a media noche), considerar las medicinas de los niños (por “suerte” están bien de salud, claro he orado por eso), hacer el pago de la retenida de los empleados (ayer tuve que correr para el banco), el balompié, hay que inscribir al niño, (entra en la página de Fraigcomar), y cuando todo estaba bajo control surge una cita de trabajo inesperada para hoy a las 2:30 p.m.,  espera, a esa hora salen los niños del cole, ¿a quién llamo para que me ayude?, a nadie, porque soy mamá y papá y los suegros y Ceci están fuera de Puerto Rico.

Pensando en todo lo que me esperaba en el día mientras les preparaba el desayuno a los niños, me di cuenta de que aumentaba la trastera en el fregadero, los cucharones y espátulas sucias y grasosas en la encimera, los vasos vacíos con restos de leche (que si no se enjuagan se secan los residuos de la leche y luego es más difícil lavarlos) y los papelitos de los sobres de Splenda que aunque son pequeños, al ser amarillos resaltan a la vista recordándote que el reguero va en aumento.  En fin, decidí recoger mientras preparaba el desayuno.  Mi meta inmediata era que todo lo sucio estuviera dentro del fregadero y las mesas y encimeras de la cocina estuviesen limpias a la vista.

Poco a poco lo recogí todo.  Es impresionante la paz interior que trae el orden.  Cuando me marchaba para el dormitorio para prepararme con el fin de llevar a los niños al cole, algo saltó a la vista: un papelito amarillo.  Pensé, déjalo que es pequeño, pero no, regresé, tomé el papelito del sobre de Splenda vacío y lo eché en el depósito de la basura.  Sentí una tenue cosquillita en mi interior confirmando que iba bien y que si seguía así iba a tener un buen día, aunque el día fuese ajetreado, porque cuando ordenamos nuestros quehaceres, Dios nos ayuda y da paz, porque a Dios le gusta el orden.






miércoles, 12 de septiembre de 2012

Vivencias

Aquí les dejo con mi participación en el 25to aniversario del Seminario Teológico de Puerto Rico dónde me pidieron que hablara sobre algunas de mis vivencias como estudiante del seminario, para que por lo menos vean mi cara y oigan mi voz y así nos conozcamos un poquito más. Dios les bendiga mucho. Dicho sea de paso, les recomiendo que consideren estudiar en el STPR, porque es una buena y enriquecedora experiencia.

 

Si quieres que el enemigo te deje en paz

Cuando los hombres, y las mujeres, aman profundamente a Dios, lo único que logran las pruebas intensas, dolorosas y extrañas, de esas que atormentan, es que esos hombres y mujeres  amen más y más a Dios, con un sublime y profundo sentimiento de entrega a, y dependencia total en, Él.  Por eso pienso que el tentador, cuando ve a un creyente de esa envergadura, llega el momento en que lo deja en paz, porque se da cuenta de que mientras más oprima a esa persona, más la fortalecerá.
 
Nosotros los creyentes debemos ser conscientes de que esas pruebas vendrán a nuestras vidas y debemos arrostrarlas como lo que son: una oportunidad para fortalecer nuestra fe y una indicación de que Dios está a punto de hacer algo excepcional con nosotros, siempre para su gloria.
 
Por eso, si quieres que el enemigo te deje en paz, resístelo, porque al ver que no puede doblegarte, te dejará.

martes, 11 de septiembre de 2012

Preguntas o comentarios

Si usted tiene alguna pregunta o  algún comentario sobre los temas aquí presentados, siéntanse en libertad de formularla o hacerlo en la sección de comentarios al final de cada entrada, que con mucho gusto haré lo posible por por responderle o considerar su comentario.  Dios le bendiga, Ciro

El amor que le tengo

Mi esposa está fuera de Puerto Rico atendiendo unos asuntos de familia.  Por eso he estado fungiendo como papá y mamá, algo normal para muchas madres solteras en este país, así que no me atrevo a alardear sobre mis “heroicas” funciones durante estas dos semanas.  Eso sí, estos días me han servido para entender y apreciar el esfuerzo de tantas madres solteras que se esmeran por ser madre y padre a la vez, sin que sus hijos se afecten.  A ellas les digo que no se preocupen mucho porque sus hijos saben y valorarán ese esfuerzo en su debido momento, reconociendo el sacrificio y amor desprendido que los ha mantenido a flote durante los años cruciales de su vida.  En fin, voy a lo que vengo.

Hoy salí de prisa a llevar a Álvaro y Ciro Manasés al colegio a eso de las 6:45 a.m.  Álvaro se demoró más de lo normal porque tuvo que completar una asignación que tenía que entregar hoy, lo cual su hermano le reprochó, porque él había preparado su asignación a tiempo.   Los dejé a eso de las 7:05 a.m. y salí rápido para la oficina para dejarle a mi secretaria un caso que había otorgado la tarde anterior, para que lo procesara.  Llegando casi a Hato Rey, camino a Isla Verde, donde ubica mi despacho, recibo una llamada de Ciro Manasés desesperado, preguntándome dónde yo estaba.  Le indiqué que iba a la oficina y se desesperó.  Pregunté que pasaba, y me dijo: “¡Papi regresa!”  “¡Que qué!”, le dije yo.  “¿Cómo que regrese?”, continué.  Entonces me dice: “Papi regresa porque dejé la asignación en la guagua y tengo que entregarla esta mañana.”  Me habló con tanta fe que casi hago una pirueta en el expreso para salirme y regresar inmediatamente.  Era como si sus palabras tuviesen un poder invisible sobre mí.  Entré en razón y le hice un par de preguntas, lo cual me llevó a entender que tenía hasta las 8:30 a.m. para llevarle el documento, tiempo suficiente para yo llegar a la oficina, dejar el caso y regresar a cumplir con él.  Eso mismo hice.

De regreso al colegio lo llamé varias veces, pero no me contestó; aparentemente ya estaba en el salón de clases.  Cuando llegué, me estacioné a la sombra de un árbol y seguí llamándolo cada 5 minutos y enviándole mensajes de texto también.  Él me había escrito que la hora perfecta para vernos era entre las 8:20 y las 8:30 a.m.  Seguí esperando y a eso de las 8:22 viene desesperado, con cara de asombro por verme, y acelerando el paso se acerca rápido a la guagua.  Yo agarro la asignación en mi mano derecha y bajando el cristal de la ventanilla la levanto enseñándosela como si fuese un trofeo.  Él acelera más aún el paso hacia mí y sin mediar palabra, mete medio torso por la ventanilla de la puerta del vehículo y emocionado me da un fuerte y cariñoso abrazo de alivio y alegría, pegando su cabeza a mi rostro, lo cual yo aprovecho para darle un beso en la coronilla.  La asignación pareció no importarle, lo único que le importó en ese momento fue que su padre no le falló a pesar que estaba cargado y agobiado de trabajo.  De más está que les detalle la comparación de lo sucedido con nuestra relación con Dios y lo lejos que Él va por complacernos y satisfacer nuestras necesidades.  ¡Ay si mi hijo supiese que el amor que le tengo me llevaría a hacer mucho más que eso por él!  Pero no se lo digan, para que no sienta la tentación de abusar de mí, porque de ser así, otro gallo cantaría.
 

lunes, 10 de septiembre de 2012

Eso es lo que todos queremos

En las noticias de Televisión Española, esta mañana, pasaron a un niño abriendo un recipiente plástico que contenía lo que aparentaba ser su almuerzo.   Pude ver patatas (papas) cocidas, en trocitos, con aceite y pimentón.  No vi carne; si la había, estaba en el fondo y sería poca.  Me llamó la atención que el niño aparentaba estar muy alegre.  Automáticamente pensé en las amistades pobres que tengo, quienes suelen ser unidos y muy felices.  Incluso me retrotraje a mi infancia, que aunque éramos de clase media, en muchos aspectos vivíamos como pobres.  Mis dos hermanos y yo vivíamos en un apartamento de dos habitaciones, junto a mis padres y una prima, ya mayor, de mi madre, con quien yo compartía la segunda habitación, pues en la primera dormían mis padres.  Mis dos hermanos, desde niños hasta ya adultos, dormían en un sofá en la sala, no de los que se convierten en cama como los modernos, sino de los que el espaldar se echaba hacia atrás y apenas podían dormir dos personas en él.  Desde que tengo uso de razón nunca ha pasado por mi mente que nuestros padres no nos dieron lo que necesitábamos.  En mi casa había amor, mucho amor, y para nosotros era muy normal vivir como vivíamos.  En el fondo, los niños lo que necesitan para crecer saludables emocionalmente es amor y unidad familiar.  Lo demás, lo que se compra en las mega tiendas de juguetes modernas, suele ser  frívolo y en algunos casos dañino, a mi modo de ver.
 
Mis juguetes de infancia eran por lo general hechos en casa y pienso que  ninguno de los juguetes modernos de mis hijos es comparable a uno de ellos.   Los juegos y juguetes venían por temporadas: los trompos (se compraban, pero eran baratos); las canicas (baratas también); las tarjetas de peloteros; los patinetes hechos en casa con patines viejos; los tirachapas; los tirapiedras en el campo; las pelotas improvisadas con cajetillas de cigarrillos y palos de escoba hechos bates; los famosos yoyos; la temporada de jugar peregrina; los gallitos; incluso el “moderno” hula-hoop, barato pero buenísimo ejercicio, eran la sensación de entonces.  Y que me dices de la gallinita ciega, estatuas, el escondite, y muchísimos otros juegos que no requerían inversión monetaria para que los niños pasaran un buen rato y a la vez hicieran ejercicio.   Sin embargo, el neo capitalismo (ni sueñe con que este blog es político, pero la verdad es la verdad) nos induce a pensar que tenemos que seguir la corriente y sacar dinero de donde no lo hay para que nuestros hijos no se sientan fuera de lugar.  Así las cosas, tenemos que comprarles un Wii, un Playstation, un Smartphone, un Ipod, un Ipad, y a papá solamente le queda el “I-Pay”.
 
Escuché de un caso reciente en el que un muchacho de unos 17 años con orgullo decía que su padre le iba a comprar su primer automóvil, una guagua Mercedes Benz, nueva de paquete.  A veces queremos amar a nuestros hijos dándoles todo lo que quieren, pero nuestro deber es darles todo lo que necesitan, y lo que más necesitan no suele ser material.  A mi modo de ver lo que los niños más necesitan es amor, comprensión y dirección, quizás incluso en ese mismo orden.  Cuando un niño pobre criado en un ambiente amoroso triunfa, ya sea como buen deportista o en otra profesión, solemos ver que lo primero que quieren hacer es comprarle una casa a su madre.  Por otro lado, vemos a los hijos de muchos ricos (claro está, no debemos generalizar) que cuando son adultos se enfrascan en largas y vergonzosas luchas por las herencias de sus padres e incluso por la administración de los bienes de la familia en vida de sus progenitores.   Debemos renfocar nuestra visión sobre la prosperidad y enfatizar en lo espiritual sobre lo material.  Ya lo dijo Jesús, dirigiéndose a uno que le pidió ayuda en la partición de la herencia con su hermano: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”

En los aviones, antes de despegar, suelen dar instrucciones de sobrevivencia en caso de peligro.  Siempre me ha llamado la atención de que en caso de cambio de presión atmosférica en la cabina, se desprenderá del techo una máscara de oxígeno y aconsejan que si un adulto va acompañado de un niño, el adulto se debe poner la máscara primero y luego le debe colocar la del niño.  Es evidente que la razón para ello es que el adulto debe estar en condiciones para atender al niño si éste lo necesita durante la crisis.  Cuando criamos hijos, especialmente en cuanto a la educación religiosa, solemos ponerles las máscaras a ellos primero enviándolos a colegios cristianos para que les enseñen cómo tener una relación con Dios, pero ello no debe ser así.  No basta con mandar a tus hijos a Matter, Perpetuo Socorro, San Ignacio, la Wesleyana, la Academia Bautista, o cualquier otro colegio religioso con el fin de que les enseñen religión.  La educación cristiana debe empezar en casa; ni siquiera debiera ser en la escuelita bíblica de la iglesia.  La verdadera formación espiritual se adquiere en la familia y, sobre este particular, suele ser más influyente el modelaje de los padres que lo que se enseña con palabras.  Ni la educación en cuanto a modales, y tampoco la religiosa, se le debe delegar a un colegio.  Los padres deben comenzar por procurar tener una relación activa y eficaz con Jesús, para así poder enseñarles a sus hijos a reconocer y adoptar los verdaderos valores, los cuales suelen emanar de una vida sencilla y dedicada al servicio del Señor.  De esa forma nuestros hijos podrán discernir la calidad de la educación cristiana que les ofrecen en sus colegios y tener la sabiduría para evaluarlo todo, reteniendo lo bueno y rechazando lo que no les conviene.

En resumen, es preferible que tus hijos coman patatas cocidas con aceite y pimentón y sepan que sus padres les han dado lo poco que tienen con amor, habiéndoles enseñado que se debe amar a Dios sobre todas la cosas y a ser agradecidos por todo, a que hayan tenido muchos bienes materiales, pero pocos recuerdos de amor en sencillez y unidad familiar.  Lo que tus hijos verdaderamente quieren es que se les enseñe, mediante el ejemplo, a mantener una saludable relación con Dios, porque en el fondo, eso es lo que todos queremos.

domingo, 9 de septiembre de 2012

El más sublime de todos los deseos

Todo comenzó en el 1972 cuando mi hoy amigo Forest Stiltner me habló de Jesús en Heidelberg, Alemania, mientras ambos servíamos en el ejercito.  Cuando un corazón es fértil y escucha -- sí, los corazones escuchan -- hablar de Jesús, no del Jesús de los altares ni de las estampas, sino del Jesús que anduvo por Galilea y sus entornos predicando, sanando, consolando, restaurando y dándole esperanza a los pobres y necesitados, quien murió en una cruz y resucitó, sentándose a la derecha del Padre, esperando el momento para regresar a establecer su reino para siempre, ese corazón recibe la semilla con gozo, preguntándose dónde había estado esa semilla todos esos años aparentemente perdidos de su vida.  Respondiendo a la llamada (o el llamado, como usted quiera decirle) de Dios, me convertí en agosto del año 1972, alrededor del día 17.  Fui bautizado el 6 de noviembre del mismo año en Berchtesgaden, uno de los lugares de retiro favoritos de Adolfo Hittler, según he leído.  No se ponga usted, si me conoce, a espiritualizar el asunto pensando que por eso soy tan cabeciduro a veces.  Lo de terco, que lo soy menos de lo que aparento, y eso es así porque lo digo yo, quizás venga de la sangre vasca por parte de mi padre, o de isleña por parte de mi madre, aunque tampoco creo mucho en eso de heredar genéticamente rasgos de personalidad.  Siempre he tomado con pinzas todo lo que tienda a diferenciar a los hombres, y mujeres, dándoles o quitándoles categoría por razones genéticas.  En fin, que me huele a racismo, y ya.

Después del bautismo, continué viviendo en Alemania hasta que me mudé a Puerto Rico por primera vez en mi vida, en julio del año 1973, para hablarle del evangelio a mi padre, un asturiano noble y trabajador, que había acabado de mudarse a la Isla para estar cerca de su primo carnal, hijo del hermano de su madre, oriundo de Pravia.  Quince años después, en el 1988, papá recibió al Señor sin saber que iba a morir 17 días después de convertirse.   Aunque muchos dicen que la promesa de “cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa” fue hecha exclusivamente para el carcelero de Filipo, yo siempre la hice mía y me funcionó, así que sugiero que la haga suya también, ¿por qué no?

En enero de 1975, inspirado por mi amigo y hermano en la fe Peter Farrant, quien hoy mora con el Señor junto a su hijo Jethro, me mudé para Orlando a estudiar administración de empresas en University of Central Florida, de donde me gradué en el 1977, regresando el próximo año a Puerto Rico porque me aceptaron en la Escuela de Derecho.  Durante mi estancia en Orlando me congregué en Calvary Assembly, donde nuestro grupo de Puerto Rico comenzó la célula hispana de esa iglesia, la cual creció y se separó, formando la Iglesia el Calvario, siendo su primer pastor el hermano Peter Farrant, padre del misionero y evangelista Jonathan Farrant.

Una vez en Puerto Rico entré en la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico en el 1979 y comencé a trabajar en Price Waterhouse, una firma de contadores públicos, en el 1980, justo cuando pasé la reválida de CPA.  Ese mismo año entré en el cuerpo pastoral de mi iglesia, dejando el ministerio en el año 1985, por razones que no vienen al caso, pero no escandalosas, por si acaso.  En el 1988 fallece mi padre, como ya les dije, y en el 1989 me caso con mi esposa favorita, la única que he tenido y la única que espero tener, Ceci.  El próximo año fallece mi hermano, Ramón, continuando así una racha de pruebas que había comenzado en el 1985, cuando dejé el ministerio, voluntariamente, pero fuera de mi voluntad.

Una vez fuera del ministerio me dediqué a mi profesión, pues las puertas se me cerraron para regresar a la pastoral.  Decidí no empujarlas y me dediqué a trabajar en lo secular, aunque periódicamente tocaba base con los líderes de mi iglesia, pero las puertas no se abrían para regresar al liderato.   En el año 2006 decidí levantarme porque sentí la llamada de Dios.  El fuego entró a mi corazón y decidí sacudirme de todo lo que me asediaba y cargaba, con la ayuda de Dios.  Durante ese tiempo, exacerbado por los muchos viajes a España, había desarrollado un gusto intenso por los buenos vinos y me había dedicado a coleccionar y disfrutar de los buenos caldos con mi familia y amigos.  Dios me pidió que los dejara, por cuanto tiempo no sé, porque tengo claro que el vino per se no es pecado, pero quién sabe si Dios me pide que sea abstemio por vida.  Poco a poco reduje el consumo hasta el año 2009 cuando lo dejé totalmente.  Salí de mi cava y vendí prácticamente todos los vinos que tanto trabajo me había costado coleccionar.  Corté por lo sano.  Un día me tocó predicar en mi congregación e invité a todo el que pude de mis amistades, incluyendo a los que compartían en el mundo del vino conmigo.  Les pedí perdón por no haber sido buen testimonio en sus vidas y presenté a Jesús como la única alternativa para la salvación.  En fin, como dice mi madre: “Es mejor ponerse morado una vez, que amarillo todos los días.”

En enero del 2011 me matriculé en el Seminario Teológico de Puerto Rico y estoy trabajando hacia una maestría en Estudios Profesionales con concentración en Consejería Pastoral, para estar listo para entrar por la puerta que Dios me abra.  En cumplimiento de los requisitos de una de mis últimas clases, he decidido reanudar mis escritos a este blog y pienso hacerlo mientras Dios me dirija.  Todo comenzó mientras escribía en Facebook, lo cual pienso continuar haciendo.  Mientras tanto, en mi diario vivir, le predico a Jesús a todo el que me permita hablarle de Él, ya sea un cliente, un amigo, un suplidor, o un familiar.  Jesús me ha devuelto el gozo de la salvación y el deseo de servirle, que probablemente es el más sublime de todos los deseos, el que cuando se pierde te deja vacío.  Me despierto pensando en Jesús y me acuesto pensando en Él.  Ven a Jesús y entrégale tu vida y verás que todo cambiará, porque conocerás la verdad y la verdad te hará libre.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Mujer virtuosa

Solemos pensar que Rut fue bendecida por su actitud de fidelidad a Noemí y disposición de servirle al Dios de ella, que por su sujeción, Dios le proveyó estabilidad a través de Booz, hombre rico y bueno.  Yo pienso que tan, o más, bendecido que Rut fue Booz, porque hombres ricos hay muchos, pero “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?”  Booz se llevó una joya y yo también.

Cuando no tengas con qué

Jamás te entristezcas porque no puedes comprar algo que anhelas, porque puede ser que la escasez en un momento dado sea parte del plan de Dios para tu vida.  El cariño de un niño es más importante que una cartera Gucci, la sonrisa de alguien que te aprecia vale más que una sortija de Bulgari y el testimonio de un nuevo hermano que se emociona porque sintió a Dios por primera vez en su corazón no tiene precio.

Manolo

Cuando Ceci y yo nos casamos en el 1989 fuimos de luna de miel a Salamanca, su ciudad natal.  Una vez allí aproveché para hacer una gestión en el Banco Central, que luego pasó a ser parte del Santander.  Ese año conocí a un gran amigo, que para estos efectos llamaré Manolo.  Manolo trabajaba en el Banco Central y luego se jubiló del Santander hace varios años.  Yo he compartido con él, y a veces junto con nuestras respectivas esposas, varias veces al año durante los últimos 22 años, sin contar los últimos cuatro, pues nosotros hemos viajado menos a España en años recientes.  En concreto, hacía más de tres años que no lo veía, pero siempre lo he considerado buen amigo.

El lunes 13 de agosto pasé por el Santander en Salamanca para hacer una gestión y pregunté por Manolo, que aunque jubilado, pasaba por allí frecuentemente para saludar.  Me dijeron que había tenido un infarto y que ha estado muy mal.  Logré comunicarme con él y quedamos en vernos el lunes 20.  Nos reunimos en el asador Mauro en la Plaza Mayor de Salamanca, que para mí está entre las más lindas del mundo.  Nos sentamos en una de las mesas cuadradas con tope de mármol, él a un lado y yo a la derecha de él,  con dos cañas sin alcohol, pues él ya tampoco bebe,  y algo de picar.  Conversamos durante más de una hora.  Yo venía preparado en oración pues tenía que hablarle del Señor, de mi Dios, de Jesús.  Le escuché.  Me contó de la familia, de sus nietos y de su odisea con un infarto del cerebelo y un tumor, por suerte benigno, que le encontraron en el proceso de estudios sobre el infarto.  Tiene una cicatriz de unas cuatro pulgadas y un hueco del tamaño de una nuez en la coronilla.  Aparte de eso, por suerte quedó bien, sin perdidas de facultades que yo pudiese notar.   Después de escucharle, y de expresarle mi alegría por verle bien, le hablé de mi experiencia con Dios desde el año 1972 y de mi reciente re-dedicación a su servicio.  Le hablé mucho de Jesús.  Él me escuchó con atención y me contó de una experiencia que había tenido hace algo más de 40 años.


Un día, para ese entonces, alguien que estaba perdido le pidió dirección a un lugar y él, como suele ser su costumbre, se desvivió por ayudar al forastero y lo llevó adonde iba.  El extraño no sabía cómo pagarle el favor y metiendo la mano en el bolsillo le dijo: “No tengo con qué pagarte, pero te doy lo único que tengo.”  Le dio un caramelo.  Con ojos llorosos me contó Manolo que esa noche fue a su casa lleno de emoción y le dijo a su padre: “Hoy he visto a Dios.”  Yo también me emocioné y básicamente le dije: “Hoy Dios ha venido a visitarte nuevamente.”  Le pregunté si me dejaba orar por él, pues ya habíamos hablado bastante.  Me dijo que sí.  Puse me mano izquierda sobre su hombro derecho y él puso su mano derecha sobre mi hombro izquierdo y allí, en ese lugar público, intercedí por él y por su familia, por su vida espiritual, y por otras cosas que ahora no me acuerdo.  Cuando terminé nos miramos.  Ambos teníamos los ojos aguados.  Le orienté sobre la conveniencia de visitar una congregación y le dije: “Hace 40 años Dios te visitó y hoy me envió para tocarte,” haciendo alusión a mi imposición de manos para orar con él.  Nos miramos nuevamente y ambos supimos que Dios nos había visitado y tocado a ambos ese día.  Pagué la cuenta y una vez fuera, en el soportal de la Plaza Mayor, nos despedimos con un abrazo.  No sé si lo veré nuevamente en Salamanca, pero confío en Dios que un día lo vea caminando por las Calles de Oro.  Al otro día regresé a Puerto Rico, o sea, el 21 de agosto.  Hoy entiendo que fui en un viaje misionero sin saberlo.