domingo, 20 de julio de 2014

Cuando tus cálculos fallan

Cuando tus cálculos fallan y ya te has rendido porque lo que esperas no viene, Dios te sorprende y te hace llorar de alegría.

No suelo escribir de política


Escribo este comentario inspirado por algunos hermanos en la fe que aprecio, quienes han escrito algunas reflexiones de connotación política, que principalmente tienden a elogiar al sistema de gobierno cubano actual, sin tener, en mi opinión, conocimiento pleno de lo que allí pasa.  He decidido ponerlo como una reflexión independiente en mi muro para dejarle saber a todos mis amigos lo que yo pienso sobre algunos asuntos de política (izquierda/derecha), aunque prefiero no entrar en la política partidista de Puerto Rico, porque la considero muy complicada y a la vez peligrosa si uno quiere mantenerse independiente para poderle ministrar de Cristo a todos los colores.


Como deben haberse dado cuenta, no suelo escribir de política, a menos que lo considere necesario, y si lo hago, le doy más importancia al aspecto espiritual, como espero poder hacer en esta reflexión. Por la honestidad que percibo en muchos de mis hermanos de izquierda, o que al menos ven con ojos sospechosos a los EE UU, y que tienden a ver con ojos benévolos al gobierno actual de Cuba he decidido escribir.

Nací en Cuba a principio del 1952, casi siete (7) años antes del triunfo de la Revolución. Mi padre, inmigrante español, hijo de una Asturiana pobre, se hizo por su propia cuenta trabajando arduamente para darnos un porvenir. El era vendedor de artículos de papelería e imprenta, cuyo pequeño negocio fue intervenido por el gobierno cubano y perdió todo lo que había ahorrado con mucho esfuerzo. Nadie en mi familia estaba involucrado en política y no éramos ricos. Mis padres (mamá era cubana), una prima mayor, mis dos hermanos y yo vivíamos en un apartamento alquilado de dos dormitorios. Cuando tenía 14 años mis padres me preguntaron si quería irme del país para asegurar mi porvenir; la única condición era que tenía que salir solo y pronto antes de que llegara a la edad militar (de 15 a 27 no te dejaban viajar). A esa corta edad ya veía los abusos del gobierno, la falta de libertad y la escasez de productos básicos, algo así como leemos que está pasando en Venezuela actualmente, aunque bastante peor. En resumen, con mi anuencia me mandaron para España, aunque en ese momento no tenía allí ningún pariente que me conociera; ahí comenzó mi aventura, en el aeropuerto de Barajas, sin dinero ni contacto alguno, sentado en un sofá, a esperar lo que me trajera el destino. Era el año 1966, nueve años antes de que muriera Franco en la cama.

Ese mismo año llegué a Nueva York y dos meses más tarde me mudé para Miami, hasta que llegó mi padre en el año 1968, con quien regresé a Nueva York a trabajar. Con el tiempo pude darme cuenta de que lo que yo salí a buscar fuera de Cuba no necesariamente estaba en un sistema político, aunque confieso que para mí, tanto la España de Franco, como los EE UU de fines de los 60 eran muchísimo mejor para vivir que la Cuba de Fidel. Créanme que no hay comparación.

Pero la supuesta “utopía” de EE UU tampoco era perfecta. La avaricia, el egoísmo, los abusos del hombre por el hombre, y todos los demás defectos de una sociedad humana, prevalecían en este lado del charco también. Ello me llevó en una búsqueda de la verdad que culminó en la escena hippie de los fines de los 60 con un enfoque desmedido en el movimiento de “Peace and Love”. Pensé que si la respuesta no estaba en el comunismo, que no lo estaba porque yo lo viví, y tampoco en el capitalismo, que también vi sus grandes defectos, entonces quizás la encontraría en los “profundos” mensajes de Joe Cocker, Stephen Stills, Fleetwood Mac, The Doors, Black Sabbath, Deep Purple, Pink Floyd, Buddy Miles, Jethro Tull, The Who, y muchos grupos más que pude ver tanto en EE UU como en Alemania y Holanda, más de una vez, con la participación profunda del ambiente de “peace and love” que ello implica. Ya saben, “la escena”.

A los pocos años me di cuenta de que la misma avaricia, envidia, celos, contiendas y otros problemas entre humanos que había visto en Cuba, España y en EE UU eran prevalecientes también en el movimiento hippie de los 60s. O sea, que el problema no era un sistema político ni una nación, aunque algunos países son peores que otros, por supuesto, sino que el problema estaba en el hombre en sí, en el ser humano, pero yo no tenía respuesta para ese dilema. Un día caminando en un festival de rock en Alemania, un joven me agarró por el hombro y cuando me viré, mirándome a los ojos, me dijo: “Brother, Jesus loves you.” Fue como un flechazo que se me clavó en el corazón. Luego un amigo cristiano me habló del Señor y me convertí a Cristo de todo corazón en agosto de 1972 en Alemania. En el verano de 1973 llegué a la Catacumba Uno donde persevero desde entonces, con un paréntesis de tres años y medio que estuve en Orlando estudiando el bachillerato, donde tuve el privilegio de ser miembro fundador de la Célula Latina de Calvary Assembly, posteriormente Iglesia el Calvario.

Se preguntarán por qué toda esta historia. Pues miren, simplemente porque pienso que cuando uno conoce el bagaje de una persona se le hace más fácil comprenderla o quizás creerle. El mundo está lleno de propaganda engañosa. Por eso trato de leer todas las etiquetas de los productos, porque como decíamos antes, si no te cuidas de “meten la feca” (viene de “to fake something”). Todos los gobiernos tienen su publicidad engañosa, pero algunos más que otros. Yo viví en Cuba hasta el 1966 y traje a mi madre y hermanos en el 1980, y les puedo decir con honestidad que lo que la izquierda internacional nos quiere hacer creer sobre el gobierno “comunista” (sí, entre comillas) no es la realidad. Los Norteamericanos tampoco son perfectos, y de eso estoy también seguro, pero en EE UU por lo menos tenemos los mecanismos legales para hacer valer nuestros derechos, incluyendo los políticos también. Quién, por ejemplo, diría hace 40 años que un afroamericano sería presidente de los EE UU por dos cuatrienios consecutivos.

Pero el problema de la falsedad no es exclusivo de los países ni de los sistemas políticos, de izquierdas y derechas. La iglesia, con su evidente tendencia hacia la apostasía, participa con las dos manos en el pote de la corrupción. Basta con ver la prevalencia del evangelio de la prosperidad para uno sentir una repugnancia que da grima y causa profundo dolor a todos los que como Lucas entendemos que el Evangelio es principalmente para los pobres y que como Pablo sabemos que el amor al dinero es la raíz de todos los males.

Los comentarios de mis hermanos me han inspirado a escribir porque, como dije, me parecieron honestos. El mundo necesita que le ayudemos a ver la verdad, pero difícilmente logremos traer la verdad a través de la política, porque podríamos equivocarnos al escoger bandos (aunque alguno habrá con ese llamado, como Daniel por ejemplo). Por eso yo trato de circunscribirme a discutir temas espirituales. Yo amo a Cuba y quisiera que mi país fuese libre para adorar a Dios, y también para hablar, asociarse, participar en actividades comerciales y tener diversidad de partidos políticos. De igual manera amo a EE UU, y en este momento histórico me duele que se aparte de Dios y se incline hacia la inmoralidad porque sé que traerá muy malas consecuencias para el pueblo en general. En resumen, como escribió un hermano en unos de sus comentarios, debemos procurar “igualdad y amor para todos los seres humanos”, lo cual como nosotros sabemos solamente se logra a través del verdadero Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, quien para confirmarle a Juan que Él era el habría de venir le mandó a decir: “Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí.”

De mis errores he aprendido mucho

De mis errores he aprendido mucho, pero no necesariamente lo que algunos pensamos que se aprende de ellos. Por ejemplo, en mi caso, más que aprender a evitar cometerlos de nuevo, lo cual sin duda es importante, he aprendido a comprender, tener misericordia de, y ayudar a, otros que los cometen. A mi modo de ver, esa actitud de comprensión y misericordia hace más por nuestra relación con Dios que presumir de que somos muy rectos por lo mucho que hemos aprendido de nuestros errores.

Huir de ella

Me parece que más importante que ser de los primeros en vencer la tentación, es ser de los primeros en huir de ella.

Poder bailar allá

Hay quien presume de que nadie puede quitarle lo “bailao” aquí, y hay quien prefiere concentrarse en poder bailar allá.

Un cristiano mayor

Un cristiano mayor, bien mayor, que ama a Dios y que no se preocupa porque se le caiga el pelo, la dentadura, o que no le dé mucha importancia a las pertenencias materiales, ni a las posiciones de prestigio en la iglesia, o a otras cosas que los más jóvenes anhelan, simplemente demuestra que está soltando poco a poco el carapacho físico (el cuerpo) y los afanes de la vida (posiciones y logros) que tienden a querer reprimir al ser interior, que en esa etapa de la vida, lo único que anhela es estar junto a su Señor.

Todo comenzó muy bonito

Todo comenzó muy bonito, te limpió, se llevó tu tristeza, te prosperó, te llenó de alegría, te cumplió Sus promesas, te llenó la casa, te llenó el corazón de esperanza y te dio fuerzas para vencer, pero al pasar los años algo pasó, no sabes cómo pudo suceder si tú eras fuerte y comprometido, pero pasó, y tu fervor fue neutralizado por un simple acto de desobediencia que te llevó al desanimo porque se desintegró la perfección en tu vida, por lo cual el sentimiento de protección se fue, porque “sabes” que Dios es serio y firme, lo cual te llenó de culpabilidad y todo se derrumbó, como un castillo de naipes, y en la vorágine de la derrota tu enemigo se aprovechó de ti, amplificando el efecto del desorden, y se burló, acusándote y haciéndote sentir que no sirves, que todo fue una ilusión, que no eres parte del grupo victorioso que verá al Cordero tomar el rollo en sus manos, que todo lo que hiciste fue en vano, entonces, cuando no podías más, alzaste los ojos al Cielo y clamaste a Dios, implorando su misericordia y perdón, y como siempre Él te socorre, y te dice que nada cambió, que nunca perdiste lo que edificaste, porque nunca edificaste nada, porque todo lo que tuviste fue dado por gracia, por su Gracia, y que no te tienes que avergonzar por haber perdido nada, porque nunca nada tuviste, porque todo vino de Él, por su misericordia, y que su amor por ti nunca cambió, entonces te pones de pie nuevamente, sin burlarte de tu enemigo, porque total, su destino ya está determinado, y al fin comprendes que el tuyo también, si perseveras hasta el fin, en su Amor.

Cuando damos desinteresadamente

El amor suele comenzar a manifestarse cuando damos desinteresadamente.

Si Cristo no es el centro de tu discurso

Por más artístico, poético, elocuente, profundo, entretenido, sagaz, divertido, ameno y grandilocuente que seas, si Cristo no es el centro de tu discurso, estarás “picando fuera del hoyo”.