lunes, 19 de enero de 2015

El poder puede ser un veneno para el alma de quien lo anhela

El poder puede ser un veneno para el alma de quien lo anhela y su principal antídoto es el amor, sin hacer acepción de personas.

viernes, 16 de enero de 2015

Tratando de darle testimonio a mis hijos


Anteayer se consumó el milagro esperado. Cerca de ocho años esperando en Dios, madrugando, llorando, gimiendo, de noche y de día, tratando de darle testimonio a mis hijos de cómo se debe confiar en Jesús en medio de la adversidad, confesando con mis labios todas sus maravillas y confiando en que Él sería fiel y honraría mi insistencia, como nos ha mandado en su Palabra que hiciéramos, al enseñarnos a pedir, llamar y buscar. Testifico con mucha reserva, y con cierto temor a no insinuar que mi esfuerzo tiene vestigios de gloria propia, porque tengo claro que toda la Gloria por lo que ha sucedido en mi vida le pertenece a Dios, quien pone en nosotros tanto el querer como el hacer. Ayer por la madrugada nos reunimos en la sala de casa toda la familia, mi esposa, mis dos hijos y yo, y agarrados de manos entre lágrimas le dimos gracias a Dios, con el particular agradecimiento mío por no haber permitido que yo quedara mal ante mis retoños, porque así, cuando en el futuro ellos se tengan que enfrentar al día malo, sabrán confiar como lo hicieron su madre y su padre en su gran prueba, que duró cerca de ocho años. A Jesús, quién murió en la cruz por nosotros, y resucitó, sea toda la Gloria y toda la honra.

viernes, 2 de enero de 2015

Me quedé dormido


El domingo antepasado estuve predicando en Yabucoa, por lo cual no pude ir al culto de mi congregación.  Pero este domingo que pasó me levanté temprano e hice lo que suelo hacer, incluyendo mi acercamiento al Señor.  Ceci tenía que ir temprano al culto, porque es la líder de los Diáconos, y yo me tiré en el sofá y me quedé dormido, a causa del cansancio viejo que tenía.  Me desperté a las 10:10 am asustado porque estaba tarde para el culto que suele empezar a las 10:00 am.  Desperté a mis hijos que me reprocharon porque no los había despertado a tiempo.  Les conté lo que me pasó (ellos saben que soy madrugador y pueden dar fe de ello) y ambos coincidieron en que era tarde para acicalarse y llegar temprano al culto.  De repente, mi hijo menor me dijo: “Papi, vamos a hacer un culto aquí nosotros.”  La idea me pareció muy buena y a mi hijo mayor también le pareció buena, quien fue pronto a buscar su guitarra para comenzar la adoración.  Para mi sorpresa tocó con soltura y le cantamos alabanzas al Señor.  Luego abrí la Biblia y prediqué del texto que nos habla de que donde hay dos o tres en su nombre ahí está Él.  Tuvimos un culto entre los tres que estuvo buenísimo, incluso ellos me sorprendieron en la interpretación de las Escrituras, lo cual otro día compartiré.  Los tres salimos edificados y yo por dentro me preguntaba por qué Dios permitió que los tres nos quedáramos dormidos; algún plan tendrá Dios.  En realidad nada malo pasó, sino todo lo contrario.  Por ahora, lo que aprendí de esta experiencia es que mis hijos aman a Dios y me da la impresión de que serán útiles en las manos del Señor.