Podemos navegar, y bañarnos en, el Mar de Galilea, podemos tocar la roca
bajo el Calvario, podemos orar y llorar en el calabozo de Caifás, en el cual
Jesús pasó un día en espera de la ejecución de su sentencia, podemos ver, y
andar en, el Monte de las Beatitudes, podemos aprender y hablar el idioma de
Jesús, podemos llorar en el Getsemaní al acordarnos de sus horas de angustia,
podemos decirle a Jesús con sinceridad que queremos ser como Él y que estamos
dispuestos a seguirle hasta el fin, pero si no amamos al prójimo, a nuestras
familias y a nuestros hermanos en la fe, de poco nos valen nuestras lindas
experiencias y nuestros buenos deseos.