No son muchas las
cosas que Dios nos pide que le dejemos a Él; se me ocurre, por ejemplo, que una
de ellas es la venganza cuando somos vituperados. Por lo demás, me parece que debemos discernir
cuándo nos corresponde a nosotros actuar, como, por ejemplo, estar pendientes a
suplirle la necesidad al hermano, corregir una injusticia cuando esté a nuestro
alcance hacerlo y amar a todos los hermanos sin personalismos. (Entiéndase por
personalismo la “tendencia a subordinar el bien común a miras personales.”)
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