Qué sabemos
nosotros de la situación económica, emocional, romántica o espiritual de cada
cual. Aquí el único que sabe es Dios,
porque a veces incluso la persona afectada ni siquiera sabe bien lo que le está
pasando. Así que mejor oremos y ayudemos
en lo que podamos y sobre todo, no le demos de codo a un hermano simplemente
porque alguien nos dijo algo de él, o porque nosotros mismos nos formamos una
opinión, porque puede ser que estemos equivocados.
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