Tanto
ruido, tantas opiniones diversas sobre tantos temas diferentes. Es tan fácil confundirse y perder el norte,
involucrarse en la retórica y participar en el diálogo, o monólogo, que sólo
logra alimentar nuestro ego. Pienso que
es mejor salirse de la vorágine y dedicarse con humildad al servicio de Jesús,
porque todo lo demás es ruido que pretende desviarnos del llamado de Dios.
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