No todas
las adversidades que vienen a nuestras vidas son enviadas por el enemigo de las
almas, algunas vienen directamente de Dios para enseñarnos alguna valiosa
lección o para dirigirnos en relación con algo en específico. Podría ser, por ejemplo, que Dios permita que
te den una multa por exceso de velocidad para que te controles al conducir, y
así evitar un mal mayor, o quién sabe si pierdes algo importante en tu vida por
haberlo puesto en lugar de Dios, una forma de idolatría.
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