La
integridad del hombre, y de la mujer, vale más cuando se manifiesta en privado,
donde nadie nos ve, que cuando se presume de ella en público, por las
apariencias; esa integridad, la que se manifiesta principalmente en privado, es
la que nos lleva a prosperar en todas las áreas de nuestras vidas, porque en
privado Dios siempre nos ve. Y hablando
de lo privado, nada hay más íntimo y privado que los pensamientos, y por ahí debe
empezar la integridad del hombre y de la mujer.
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