Cuando en
su ira Dios levanta su brazo, martillo en mano, para hacer justicia, hay
esperanza para que detenga su furor si el destinatario del golpe justiciero se
humilla de corazón mientras el brazo de Dios asciende; de lo contrario, cuando
el brazo de Dios desciende para hacer justicia, difícilmente se librará el
ofensor del martillazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario