No tratemos de levantar
un ministerio, olvidémonos de la estructura del grupo y de presentar una imagen
idealizada, sino más bien esforcémonos en amarnos los unos a los otros de
corazón, sin guardar resentimientos y sin que haya truco en nuestro
proceder. Si hacemos eso, el ministerio
crecerá solo, sin heridas entre sus miembros, y habrá unidad y paz.
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