Mis pies resbalaron
y por poco fallezco, pero, estando postrado, clamé a Él y me escuchó,
levantándome del suelo poco a poco para que no me confiara demasiado y volviese
a caer. Como si haberme levantado con su
poder fuese poco, pasó Su mano por mi frente y me acarició con ternura, dejándome
saber en mi interior que su amor por mí en nada cambió como consecuencia de mi
resbalón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario