Hoy, mientras
desayunaba, Ceci me hablaba de nuestra perrita, Nala, y de cómo la pobrecita
estaba enfermita del estómago, lo cual se manifestó, aparte de los vómitos que
tuvo durante el día, en una descomposición de estómago aparatosa que Ceci tuvo
que limpiar anoche. De repente, mientras
ella hablaba, tuve que decirle: “¡para, para!”, porque el cuento afectaba mi
apetito y casi me daba náuseas. En ese
momento entendí que nuestra imaginación es parte de nuestro proceso cognitivo y
la misma se activa inconscientemente para ayudarnos a comprender las cosas,
llegando incluso a llevarnos fuera del ámbito de la realidad. Por eso es tan importante que tengamos
completo control de nuestra mente, pues cuando menos lo esperamos, nuestra
imaginación puede traicionarnos, activándose inconscientemente, incluso
llevándonos a pecar, si la dejamos.
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