Siempre que me
preparo algo para desayunar, mi perrita Nala se me para al lado mirándome
intensamente a los ojos, como si yo fuese a darle algo, y, aunque no le dé nada,
no se aparta de mi lado hasta que yo acabe.
A veces pienso que si nosotros tuviésemos la misma fe en Dios que
nuestras mascotas tienen en nosotros, obtendríamos más de Dios que la mujer
cananea que fue rechazada por los discípulos, pero obtuvo su milagro debido a
su insistencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario