A mi modo de ver,
el objetivo principal de un pastor no debe ser gobernar bien sobre los miembros
de su congregación, sino más bien facilitar un ambiente de unidad y amor que propicie
el fluir del Espíritu Santo, de tal modo que cada uno de los miembros de esa
congregación tenga acceso sobrenatural a la presencia de Dios, porque a fin de
cuentas, sin Cristo no hay cristiano.
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