Prefiero vivir
reevaluando constantemente mi conducta a la luz de las Sagradas Escrituras, a
tomar un rumbo en el que, a pesar de que me han sugerido que podría estar equivocado -- lo
cual incluso el Espíritu Santo me confirma con su tenue convicción -- persisto en
seguir en él, hasta que se vaya la tenue culpabilidad. No te engañes, el hecho de que la convicción
del Espíritu haya cesado de inquietarte, no quiere decir que lo que en un principio
estaba mal, ahora está bien. Acuérdate de que el Espíritu de Dios no contiende con el hombre (o la mujer) para siempre. Detente, evalúa tu camino a la luz de las
Escrituras, antes de que sea tarde.
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