El principal
denominador común que he podido observar entre los seres humanos que triunfan,
tanto en lo espiritual como en la vida cotidiana, es la habilidad de
levantarse, sacudirse la ropa, seguir andando y luchando luego de un tropiezo o
de una derrota, guardando la enseñanza obtenida en el corazón, pero viviendo
con naturalidad y confiando en la misericordia de Dios.
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