Cuando en
tu pecho sientas la angustia que causa haberle fallado a Dios, no te alejes de Él
por el sentimiento de culpa. Ese sentir
incomodo que te avergüenza, haciéndote pensar que si te alejas de Dios se
disipará, tiene como propósito que hagas todo lo contrario: que te acerques más
a Él. Precisamente cuando fallas es el
momento que más necesitas acercarte a Dios.
Piénsalo bien: “¿Te hace sentido que Jesús haya sufrido el escarnio de su
pueblo y muerto en la cruz por ti para que al primer error que cometas se
aparte de ti porque se ofenda por tu desobediencia?” No, el sentimiento de culpa cuando pecas no
ha sido diseñado para que te alejes de Dios, sino más bien para que te acerques
más a Él. No te dejes engañar, el
enemigo de tu alma siempre quiere tergiversar el plan de Dios para tu vida, que
en este caso es tu reconciliación con Dios.
Levántate y camina, que Cristo te ama.
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