jueves, 13 de marzo de 2014

Pensar en las musarañas

Ayer por la tarde encontré un maravilloso espacio para estacionar mi carro en el Seminario, pues tenía clases empezando a las 4:00 pm.  El mecánico me había entregado el carro dos horas antes, lavadito y brilloso, después de haberle dado mantenimiento.  Por una razón inesperada, tuve que bajar cerca de las 5:30 para buscar algo en mi automóvil, lo cual hice alegremente, porque lo había estacionado cerca, junto a la placita que está frente al Seminario.  Para mi sorpresa, y gran decepción, el otrora brilloso automóvil estaba cubierto, y repito, cubierto de excremento de palomas, pues justo arriba de donde estaba estacionado hay un cable que aparentemente suele ser el lugar de reunión de las pacíficas aves.  Ni modo, cuando regresé a casa cerca de las 10:30 pm, apenas podía ver porque el parabrisas estaba cubierto del triste recordatorio y no me atrevía a prender los “wipers” para no empeorar la cosa.  Esta mañana, antes de escribir en FB, decidí ver el teatro de guerra.  Saqué el carro de la marquesina y tomé mi manguera nueva y le eché agua, y agua, y agua, para ablandar el indeseado depósito, pero no todo salía.  Entonces tomé una esponja “especializada” de las que usan mis hijos para ganarse la mesada, y le eché jabón y restregué, y restregué, y restregué hasta que salió todo.  Luego le eché agua de nuevo y pensé dejarlo ahí, pero viendo una de esas bayetas que se usan para secar, lo sequé.  Casi al final del proceso, vino esa voz interior que muchas veces le atribuimos, y pienso que frecuentemente con razón, a Dios hablándonos de algún tema, que me decía que no debí haberme enojado por el contratiempo de las palomas (lo cual me acuerda a Jonás, la calabacera y el gusano) porque Dios las había enviado para que yo invirtiera una hora, temprano, justo al amanecer, en trabajar con ahínco y poner a circular la sangre espiritual de mi ser interior y así salir de la vorágine de pensamientos pocos productivos que agobian nuestra alma.  Pensándolo bien, después del arduo trabajo mañanero, yo quedé nuevo, más brilloso que el carro.  El trabajo físico es bueno, pensé además, porque el hombre fue hecho para trabajar y no para pensar en las musarañas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario