Uno de los grandes
problemas del cristiano incrédulo (muchos de los cuales probablemente no sean
ni cristianos, pero eso lo juzga Dios), del que lo duda casi todo, es que como
no cree casi nada, su incredulidad lo hace dudar incluso del juicio de Dios que
viene sobre su vida aquí en la tierra por haber actuado mal, por lo cual la catástrofe
le suele llegar de forma repentina, sin darle tiempo para enmendar su conducta
y así evitarla.
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