Si te sientes derrotado y desanimado
porque nuevamente le fallaste a Dios, no te escondas y comiences a divagar en
tu mente, lamentándote por tu nuevo fracaso, más bien arrepiéntete, tráele tu situación al
Señor y levántate. Él te dará nuevas
fuerzas y una nueva encomienda. Dios siempre nos perdona si venimos ante Él con una actitud correcta, porque esa es su naturaleza. Dios es amor.
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