Recientemente,
después de una larga conversación sobre Dios con un conocido, éste me dijo
preocupado:”De todo lo que te he dicho sobre mi vida espiritual, lo que más me
preocupa es ser condenado por toda la eternidad. Me da pánico cuando pienso en que eso me pueda
suceder.” Su temor a la condenación me
impactó para bien, porque el temor de Dios es el principio de la sabiduría, lo
cual me indica que esa persona va por buen camino, pues cuando no le tememos al
juicio de Dios, abrimos la puerta a pecar sin remordimiento, lo cual es una peligrosa
señal.
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