A veces tu
mente divaga sobre un ministerio glorioso, donde puedas expresar ante las
multitudes tus profundos pensamientos y compartir tus intensos sentimientos de
amor, de ágape, del amor de Dios, pero Dios no te permite participar de la
grandeza humana y te lleva a un pequeño rebaño apartado, insignificante ante
los hombres, pero preciado ante Dios, a un lugar adonde nadie estaba dispuesto
a ir, pero Dios te llevó allí, porque allí era donde Dios necesitaba a una
persona dedicada, con profundos pensamientos e intensos sentimientos de amor,
de ágape, del amor de Dios.
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