Cuando pasé la reválida
de abogados hace 30 años, pusieron las notas en el colegio de abogados en
Miramar. Me acerqué temeroso para averiguar mi nota, porque aunque había
estudiado mucho, siempre quedan reservas, especialmente porque en esa reválida
en particular se colgó tanta gente que tuvieron que llamar a unos consultores
para que diseñaran una curva. Al ver que había pasado, incluso sin curva, me emocioné tanto que me tiré de rodillas a llorar de
alegría, dándole gracias a Dios. Hoy, acordándome de aquel incidente de hace 30
años, pensaba que cuando llegue al Cielo, aunque sea “raspa cum laude”,
probablemente esté un largo tiempo llorando de alegría y asombro, porque la
lucha ha sido ardua y el camino tortuoso. No obstante, de seguro me levantaré
cuando me digan: “Levántate Ciro, que Jesús se acerca y me parece que te quiere
saludar.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario