Pocas cosas
son más ilusorias que el aparente triunfo terrenal, incluso en cosas de la
iglesia, porque nos da un falso sentido de prepotencia que mella nuestra fe, en
vez edificarla. Cuando triunfamos en
nuestras empresas, ya sean éstas seculares o relacionadas con la iglesia,
pensamos que estamos bien, que Dios está con nosotros, pero la realidad es que
frecuentemente Dios está más cerca de nosotros cuando nos sentimos derrotados,
a pesar de estar buscándole, que cuando todo nos va bien y pensamos que es así
porque estamos haciendo las cosas correctamente. Lo más correcto que puede hacer un ser humano
ante la prosperidad es humillarse ante Dios y nunca pensar que su aparente
triunfo se debe a sus ejecutorias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario