La mejor
herencia que les podemos dejar a nuestros hijos no es dinero ni propiedades sino
el ejemplo de haber amado consistentemente a Dios hasta el fin de nuestros días. Tus hijos que te observan verán, aprenderán,
y nunca olvidarán que papi, o mami, o ambos, amaron a Dios y fueron fieles a Jesús
hasta el final. Sabes, a tus hijos no
les interesa tanto que tú seas próspero.
Lo que más les interesa a ellos es que en la prosperidad, o en la falta
de ella, hayas sido fiel a Dios y les hayas dado un buen ejemplo amándolos a
ellos. A la hora de la verdad, tus hijos
quieren ver que tú crees en Dios y le amas sobre todas las cosas, porque eso
fortalece la fe de ellos, y ellos también quieren creer.
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