Si te encuentras
luchando contra los hombres, probablemente no has comprendido lo que de ti te
pide y te has dejado persuadir en el camino, escogiendo las batallas
equivocadas. Ríndete ante las luchas
infructuosas y deja que Dios las pelee por ti; dedícate mejor a batallar en el ámbito
espiritual.
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