Por ahí viene la victoria, la siento en
mi pecho, en mi corazón, en mi mente, en todo mi cuerpo, en mi alma, en mi
espíritu, viene contundente de parte de Dios y nadie podrá detenerla, porque
viene del Cielo como el relámpago que se abre paso en el espacio y solo da
tiempo para contemplarlo con asombro y admiración, hasta que el rayo toca
tierra y el trueno nos avisa que ya llegó.
Cuando se espera un rayo divino con respuesta del Cielo, el consecuente
trueno no da miedo, sino que es motivo de alegría y celebración.
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