A mis 61 años de
edad, por fin creo haber aprendido, un poquito, que no podemos vivir nuestras
vidas a base de lo que piensan los demás de nosotros. Después de todo, seremos evaluados y juzgados
por Dios a base de nuestras obras y, en gran parte, a base de cómo respondimos
a la dirección de nuestras conciencias, todo a la luz de las Sagradas
Escrituras. Hagamos el bien y
obedezcamos a Dios en lo íntimo, siguiendo lo que las Sagradas Escrituras nos
enseñan, lo cual por supuesto conlleva cierto elemento de sujeción, pero la
sujeción no incluye obedecer ciegamente a líderes que no siguen y enseñan lo
que nos manda la Palabra de Dios.
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