Cuando a veces me
sorprendo a mí mismo pensando en, e incluso hablando de, las debilidades,
defectos o pecados de otros cristianos, ya sean laicos, líderes o maestros, no
me queda más remedio que, siendo honesto conmigo mismo y porque le temo a Dios,
mirarme a mí mismo y casi siempre encuentro que yo he cometido la misma falta,
o una equivalente, a la que en mis pensamientos, e incluso con mis labios,
critico de los demás. ¡Ay, Señor, cuán
importante es que nos autoevaluemos con honestidad para poder asirnos con mayor
certeza de tu gran misericordia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario