Si te quieres asegurar de que haces la
voluntad de Dios, considera estos tres principios: 1) que lo que vayas a hacer
pase el cedazo de la Palabra de Dios (que sea bíblico); 2) que tengas paz
interior (esa que el Espíritu Santo te da); y que las circunstancias fluyan
(que se te abran o cierren las puertas).
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