Si no fuera por la
misericordia de Dios ya hubiésemos sido destruidos, porque nuestra justicia no se
acerca, ni remotamente, a la justicia de Dios.
A mi modo de ver, nuestro talón de Aquiles es que “pensamos y razonamos”,
por tanto, no podemos alegar que actuamos mecánicamente como los animales; así
las cosas, sabiendo distinguir entre el bien y el mal, frecuentemente
preferimos lo que a Dios no le agrada.
Gracias a Dios por Jesucristo, quien nos eleva por encima de nuestra
condición pecaminosa y, al ser sepultados con Él, nos da la victoria sobre el
pecado. Debemos creer, porque sin fe, no
podemos agradar a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario