Da pena ver a una persona en autoridad
que abusa de otra sin razón, pero que debido a que a pesar del abuso la persona
abusada, con la ayuda de Dios, humildemente soporta el agravio, se sobrepone al
atropello, y emerge más fuerte y con mayor unción que antes, el abusador, en su
asombro y perplejidad, valiéndose de un débil razonamiento, recurre al pobre
argumento de que gracias a su intervención la persona agraviada ha crecido y se
ha fortalecido, tratando así de obtener un inexistente crédito por el
bochornoso acto meritorio de profunda contrición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario