Después de muchos
años de servirle al Señor, he llegado a la conclusión de que las congregaciones
saludables son aquellas que tienen sistemas de controles internos que permiten sustituir
con fluidez, en amor y compasión, a los líderes que no dan frutos, con el fin
de no perpetuar ineficiencias que impidan el crecimiento y desarrollo saludable
del ministerio.
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