La adulación es
muy peligrosa para el líder espiritual que la recibe, porque a veces se
convierte en el alimento que le permite al adulado a seguir “trabajando para el
Señor” en cosas que Dios no le ha mandado y a la larga perjudican al cuerpo de
Cristo. El líder que se alimenta de la adulación de
los demás, peligra.
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