Aunque profesamos ser cristianos, algunos somos altamente
supersticiosos. Por eso frecuentemente abrimos nuestras Biblias al azar, o
prendemos un programa cristiano en la televisión a ver si Dios nos dice algo, o
llamamos a un hermano para conversar con él, o ella, a ver si en la
conversación Dios le da una palabra para nosotros, o merodeamos en las
librerías cristianas a ver si por “casualidad” nuestros ojos se posan en la
portada de un libro que nos llame la atención porque habla de nuestra
situación, y para colmo a veces hasta leemos los “fortune cookies” de Panda
Express “con fe”, sin darnos cuenta de que lo que Dios quiere es que le
busquemos y hablemos con Él diariamente en la intimidad de nuestro hogar, que
leamos Su Palabra disciplinadamente y que dejemos de alimentar los deseos de la
carne. Si hacemos esto último, el orden y la armonía llegarán a nuestras vidas
con milagrosa naturalidad.
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