Muchos
queremos ser como Abraham, ricos, poderosos y llenos de fe, pero pocos queremos
ser como Juan el Bautista, abnegado, separado para Dios en el desierto,
comiendo un menú limitado (langostas y miel) y martirizado por decir la verdad,
a pesar de que el Señor dijo que Juan era el mayor entre los que nacen de mujer;
muchos queremos caminar sobre las aguas, pero pocos queremos caminar la Vía Dolorosa.
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