Dios tiene
maneras ingeniosas de fortalecernos en nuestras pruebas. Por ejemplo, a veces llevamos nuestra carga
con cara de angustia y gemidos de lamento, tristes y acongojados, cuando de
repente, nos pasa por el lado un hermano supuestamente más débil, con una carga
el doble de pesada, pero sonriendo, alabando a Dios y dándole gracias por las
bendiciones que le ha dado. En ese momento,
no nos queda más remedio que reconocer que Dios es bueno, sacar fuerzas de
donde no las hay y sonreír, porque no es prudente luchar contra Dios.
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