A veces pienso
que algunos de nosotros no acabamos de entender completamente que Dios quiere
que seamos santos y por eso periódicamente coqueteamos con el pecado para ver
si eso es verdaderamente cierto, teniendo que atenernos a las consecuencias de
la periódica desobediencia.
Afortunadamente he visto que para muchos ese ciclo es cada vez menos
intenso y va dejando atrás la inmadurez espiritual y produciendo un robusto
crecimiento en el Señor, quien es tierno y paciente con nosotros.
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