jueves, 14 de noviembre de 2013

Un espíritu atribulado

Cuando el espíritu del hombre, o mujer, tiene hambre y sed, solamente Jesús puede saciarla y calmarla.  No hay fantasía, no hay novela, no hay  pastilla, no hay viajes, no hay dinero, no hay casa, no hay pareja, no hay placer carnal o de las emociones que pueda saciar el hambre y quitar la sed de un espíritu atribulado; solamente una relación sincera y estrecha con Jesús puede tranquilizar tu espíritu y calmar tu alma.

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