Dios, me
siento joven, pero adolorido; joven porque no me duele el alma, aunque me duele
el cuerpo, pero ese no soy yo. Mi alma
te alaba, Señor, y se regocija en ti. Me
río como cachorro que juega, me río porque tú me haces reír y los que no lo creen
se pierden que les cuente lo que tú haces por mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario