miércoles, 21 de agosto de 2013

Para que sepan que voy en serio

Ayer en un seminario de educación continua requerido por mi profesión de abogado, antes de comenzar, conversábamos tres abogados de la vieja guardia sobre temas de actualidad.  El más joven era yo, que tengo 61.  El que me sigue en edad, quien está más cerca de los 70 que de los 60, le dice al otro: “Este se está metiendo a pastor”.  “Pues sí”, les confirmé.  “Si Dios me abre las puertas, por ahí entro,” comenté.  “Ya terminé la maestría en Consejería Pastoral y comencé la de Divinidades,” les dije, para que sepan que voy en serio.  Hablamos un poquito sobre cosas de Dios, pero ninguno de los dos quiso seguir con el tema, porque notaron que yo iba en serio.  De todas formas, yo quedé encantado, porque la voz se está regando y ahora no me conocen por los casos contributivos que resuelvo, ni por la colección de vinos que pueda tener.  Ahora en la calle se sabe que Cristo es el centro de mi vida.  Eso es bueno, pero también es una gran responsabilidad, la cual asumo confiando en Él.

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