Yo tenía
una compañera de trabajo que solía decir, con relajo y desdén, que ella
resolvía sus problemas de fricción con otros compañeros embarrándose de aceite
de guineo diariamente, lo cual en cierta forma le funcionaba, porque
simplemente no le prestaba mucha atención a nimiedades. Imagínate cómo nos iría a nosotros que
tenemos la unción genuina, la del Espíritu Santo, si encima de eso nos
enfocamos en las cosas verdaderamente importantes, dándole prioridad a nuestra
relación con Dios y a nuestra familia, y evitando perder el enfoque de lo que
Dios quiere para nuestras vidas.
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