Por qué será
que no queremos escuchar, por qué será que no queremos creer, por qué será que
sabiendo lo que nos viene encima persistimos en hacer lo que se nos ha dicho
que no hagamos, por qué será que no ablandamos nuestro corazón teniendo los
medios para hacerlo. Despreciamos la
unción que un día se nos dio y nos revolcamos en las obras de nuestras
manos. Miramos a nuestro alrededor y
vemos las señales que nos muestran que su regreso está cerca y persistimos en
seguir jugando a que le servimos. Lejos
estamos de hacer su voluntad y no nos arrepentimos. Alguien “oirá” y se arrepentirá; entonces las lluvias tardías vendrán.
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