A veces
idolatramos las cosas que construimos para adorar a Dios, cuando estamos muy
orgullosos de ellas; no en balde Dios le reprochó a su pueblo que “la obra de sus manos adoraron.” Me parece que es mejor aferrarnos a la
sencillez, aunque recibamos menos gloria de los hombres. Es preferible agradar a Dios.
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