martes, 11 de septiembre de 2012

El amor que le tengo

Mi esposa está fuera de Puerto Rico atendiendo unos asuntos de familia.  Por eso he estado fungiendo como papá y mamá, algo normal para muchas madres solteras en este país, así que no me atrevo a alardear sobre mis “heroicas” funciones durante estas dos semanas.  Eso sí, estos días me han servido para entender y apreciar el esfuerzo de tantas madres solteras que se esmeran por ser madre y padre a la vez, sin que sus hijos se afecten.  A ellas les digo que no se preocupen mucho porque sus hijos saben y valorarán ese esfuerzo en su debido momento, reconociendo el sacrificio y amor desprendido que los ha mantenido a flote durante los años cruciales de su vida.  En fin, voy a lo que vengo.

Hoy salí de prisa a llevar a Álvaro y Ciro Manasés al colegio a eso de las 6:45 a.m.  Álvaro se demoró más de lo normal porque tuvo que completar una asignación que tenía que entregar hoy, lo cual su hermano le reprochó, porque él había preparado su asignación a tiempo.   Los dejé a eso de las 7:05 a.m. y salí rápido para la oficina para dejarle a mi secretaria un caso que había otorgado la tarde anterior, para que lo procesara.  Llegando casi a Hato Rey, camino a Isla Verde, donde ubica mi despacho, recibo una llamada de Ciro Manasés desesperado, preguntándome dónde yo estaba.  Le indiqué que iba a la oficina y se desesperó.  Pregunté que pasaba, y me dijo: “¡Papi regresa!”  “¡Que qué!”, le dije yo.  “¿Cómo que regrese?”, continué.  Entonces me dice: “Papi regresa porque dejé la asignación en la guagua y tengo que entregarla esta mañana.”  Me habló con tanta fe que casi hago una pirueta en el expreso para salirme y regresar inmediatamente.  Era como si sus palabras tuviesen un poder invisible sobre mí.  Entré en razón y le hice un par de preguntas, lo cual me llevó a entender que tenía hasta las 8:30 a.m. para llevarle el documento, tiempo suficiente para yo llegar a la oficina, dejar el caso y regresar a cumplir con él.  Eso mismo hice.

De regreso al colegio lo llamé varias veces, pero no me contestó; aparentemente ya estaba en el salón de clases.  Cuando llegué, me estacioné a la sombra de un árbol y seguí llamándolo cada 5 minutos y enviándole mensajes de texto también.  Él me había escrito que la hora perfecta para vernos era entre las 8:20 y las 8:30 a.m.  Seguí esperando y a eso de las 8:22 viene desesperado, con cara de asombro por verme, y acelerando el paso se acerca rápido a la guagua.  Yo agarro la asignación en mi mano derecha y bajando el cristal de la ventanilla la levanto enseñándosela como si fuese un trofeo.  Él acelera más aún el paso hacia mí y sin mediar palabra, mete medio torso por la ventanilla de la puerta del vehículo y emocionado me da un fuerte y cariñoso abrazo de alivio y alegría, pegando su cabeza a mi rostro, lo cual yo aprovecho para darle un beso en la coronilla.  La asignación pareció no importarle, lo único que le importó en ese momento fue que su padre no le falló a pesar que estaba cargado y agobiado de trabajo.  De más está que les detalle la comparación de lo sucedido con nuestra relación con Dios y lo lejos que Él va por complacernos y satisfacer nuestras necesidades.  ¡Ay si mi hijo supiese que el amor que le tengo me llevaría a hacer mucho más que eso por él!  Pero no se lo digan, para que no sienta la tentación de abusar de mí, porque de ser así, otro gallo cantaría.
 

5 comentarios:

  1. Qué curioso, él le reprochó a Alvaro por haberse tardado en la mañana y él mismo dejó su tarea en el carro de tal manera que tú pudiste haberle reprochado a él, pero el amor cubre multitud de faltas.

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  2. No se te escapa nada Julia, nada. En efecto, yo también noté ese detalle al terminar la reflexión. Sin embargo, mientras lo escribía no me di cuenta del detalle, hasta que terminé la reflexión. De hecho, me pregunté si alguien se daría cuenta de ello. Supongo que Dios me dirigió a incluirlo para enseñarnos algo.

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  3. + Gracias a Dios, llgastes a tiempo. Asi es en la vida real. El Se~or raras veces llega temprano, pero nunca llega tarde.... Siempre llega a tiempo. <><

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  4. Ivonne Tamayo Maseda18 de septiembre de 2012, 9:18

    Mi hermano, este hermoso relato me ha hecho llorar de emoción!! Sí, como madre soltera la tarea de criar hijos es enorme... pienso las veces que mis 2 hijos, Joel y Jean-Michael (quien ya está en el cielo) añoraron el calor de un padre amoroso...aunque tuvieron a su abuelo... Nuestra compasión, apoyo y comprensión son la mejor manera de hacer que los nuestros entiendan cuánto más es el amor del Creador... Hay, si hubiesen más padres comprometidos con sus hijos, habría menos sentido de orfandad en nuestra sociedad...!! Un fuerte abrazo, mi amigo....me enorgullece tu alto sentido de paternidad!!

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