jueves, 20 de septiembre de 2012

Lo Mejor de lo Mejor

A veces  vivimos como si la calidad de nuestra vida en la tierra fuese el objetivo final de nuestro existir, como si nuestra meta fuese triunfar en la universidad, en nuestra profesión u oficio, en los deportes, en nuestras relaciones con la comunidad, teniendo buenas amistades, como si nuestro propósito final fuese criar bien a nuestros hijos y tener una buena familia, pero no debe ser así; el fin de las cosas vendrá después de la muerte, siendo nuestra vida en la tierra muy corta y a la vez crucial para nuestro destino eterno, pues aquí determinamos si vivimos con Dios eternamente o no.  Por eso pienso que debemos esmerarnos menos en triunfar aquí en la tierra y dedicarnos más en cultivar una buena relación con Dios que nos garantice vivir con Él eternamente.

A la hora de la verdad, el que más ha triunfado, el más profesional, el mejor estudiante, el más popular de la clase, el mejor artista, el invencible, el que más sabe, el más guapo, el más fuerte, el más espiritual del grupo, el que más conoce de las Escrituras, el que siempre tiene la razón, todos, absolutamente todos, tendrán que enfrentarse a su Creador y dar cuenta por sus obras mientras estuvieron aquí en la tierra, pero antes de la partida, si el proceso es paulatino, las fuerzas menguarán, el empuje menguará, la agilidad mental menguará, la salud menguará, y cada día que pase, mientras más te acerques al día de tu Encuentro, menos ánimo tendrás para buscar Su rostro y arreglarte ante Él, así que aprovecha los días de tu juventud -- aunque ésta sea relativa -- para buscarle y arreglarte, porque el día vendrá en que tus facultades físicas y mentales te traicionarán, aunque hayas sido “Lo Mejor de Lo Mejor” en tus años de juventud.


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