Así como en nuestra infancia creamos anticuerpos en nuestros cuerpos físicos
para poder luchar contra las enfermedades durante el transcurso de nuestras
vidas, así también creamos anticuerpos espirituales para poder batallar contra
aquellas cosas que nos querrán enfermar y destruir espiritualmente cuando
crezcamos en el Señor. Por eso, no tomes
muy en serio cuando un hermano o hermana en la fe te ofenda en la iglesia,
especialmente si eres recién convertido, porque esos pequeños roces de la
infancia espiritual a veces surgen para que crees los anticuerpos espirituales
necesarios para batallar problemas mayores y más peligrosos durante el
transcurso de tu vida espiritual.
Así como los anticuerpos en la infancia suelen adquirirse mediante enfermedades
en el hogar del niño, los anticuerpos espirituales frecuentemente los
adquirimos mediante problemas con nuestros hermanos en la fe en nuestras
congregaciones. Lo importante es que
seamos conscientes de que tenemos que amarnos, a pesar de los problemas, porque
el amor cubrirá multitud de faltas.
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