jueves, 13 de septiembre de 2012

Un papelito amarillo

Esto de ser mamá y papá también tiene sus virtudes, aunque funjamos como tal temporalmente.  En mi caso, fregar los trastos es una fuente interminable de sabiduría.  Sin embargo, no es lo mismo fregar como única tarea, que es la que normalmente me toca cuando estoy con Ceci en casa, que fregar, preparar el desayuno de los críos, asegurarme que entiendo el itinerario del día, organizar los asuntos de la oficina, llevar el coche al mecánico (ayer me partió por medio la mañana), quedarme a esperar los técnicos de los aires (porque con estos calores tenía que hacer algo), correr para un cierre imprevisto, buscar leche porque se acabó, pagarle a los que te dan servicio en casa, levantarse y arreglar el sapito del inodoro que se quedó botando agua (a media noche), considerar las medicinas de los niños (por “suerte” están bien de salud, claro he orado por eso), hacer el pago de la retenida de los empleados (ayer tuve que correr para el banco), el balompié, hay que inscribir al niño, (entra en la página de Fraigcomar), y cuando todo estaba bajo control surge una cita de trabajo inesperada para hoy a las 2:30 p.m.,  espera, a esa hora salen los niños del cole, ¿a quién llamo para que me ayude?, a nadie, porque soy mamá y papá y los suegros y Ceci están fuera de Puerto Rico.

Pensando en todo lo que me esperaba en el día mientras les preparaba el desayuno a los niños, me di cuenta de que aumentaba la trastera en el fregadero, los cucharones y espátulas sucias y grasosas en la encimera, los vasos vacíos con restos de leche (que si no se enjuagan se secan los residuos de la leche y luego es más difícil lavarlos) y los papelitos de los sobres de Splenda que aunque son pequeños, al ser amarillos resaltan a la vista recordándote que el reguero va en aumento.  En fin, decidí recoger mientras preparaba el desayuno.  Mi meta inmediata era que todo lo sucio estuviera dentro del fregadero y las mesas y encimeras de la cocina estuviesen limpias a la vista.

Poco a poco lo recogí todo.  Es impresionante la paz interior que trae el orden.  Cuando me marchaba para el dormitorio para prepararme con el fin de llevar a los niños al cole, algo saltó a la vista: un papelito amarillo.  Pensé, déjalo que es pequeño, pero no, regresé, tomé el papelito del sobre de Splenda vacío y lo eché en el depósito de la basura.  Sentí una tenue cosquillita en mi interior confirmando que iba bien y que si seguía así iba a tener un buen día, aunque el día fuese ajetreado, porque cuando ordenamos nuestros quehaceres, Dios nos ayuda y da paz, porque a Dios le gusta el orden.






1 comentario:

  1. Ivonne Tamayo Maseda18 de septiembre de 2012, 8:45

    Mi hermano, te felicito por hacer de "hombre-maravilla", ante todo, por el modelaje que le estás dando a tus hijos, y la consideración a tu esposa!!... Los quehaceres del hogar usualmente no son muy bien valorados... Ciertamente el orden trae paz, más aún el compañerismo que nace de alguien que NO es machista!! Espero que tu vivo ejemplo pueda ser imitado por muchos!!! Nuevamente, Felicidades Ciro!!

    ResponderEliminar